Slow, de Marija Kavtaradze

SlowCon cuatro guiones a sus espaldas y siendo Slow su segundo largometraje como directora, Marija Kavtaradze aterrizaba en la pasada edición del Atlàntida Film Fest, celebrada en agosto de 2023, llevándose el aplauso unánime del público y la crítica, después de alzarse en Sundance con el premio a Mejor Dirección (Drama). De la mano de Surtsey Films, por fin llega el estreno en salas de este maravilloso retrato de la asexualidad, espectro de la orientación sexual que pocas veces ha ocupado en pantalla el centro absoluto de la narrativa fílmica. 

Elena es bailarina, y conocerá a Dovydas, intérprete del lenguaje de signos, en uno de los cursos que realiza en la escuela donde trabaja, en este caso a alumnos con dificultades auditivas. Minutos antes del primer encuentro, ambos personajes son presentados en situaciones dispares: la cinta se abre con una escena de sexo entre Elena y un chico que queda cortada por la irrupción del título, e inmediatamente después vemos a Dovydas interpretando una canción de una banda femenina de pop lituano. Es interesante el contrapunto que nace de sus profesiones: aunque ambos utilizan el cuerpo para realizar su trabajo, ella lo hace a través de lo físico y sensual, mientras él se apoya en la distancia inherente de la intelectualidad que requiere el mismo hecho de traducir. Durante el metraje, veremos a Elena ensayando, dando clases o encima del escenario, utilizando la danza como canalizador de aquello que la frustra o la trastoca. Todo lo que no puede decir a través de las palabras lo comunicará mediante el lenguaje corporal, de carácter más instintivo y carnal, dándonos las claves para conocer su personalidad.

Slow

Antes de cualquier indicio de atracción mutua, él se adelanta y le confiesa a Elena que es asexual, a lo que ella responde con el incómodo silencio. Ese silencio que tantas veces habrá recibido Dovydas a lo largo de su vida y que lejos de saber gestionar, le sigue produciendo decepción e impotencia. Pese al inusual inicio de la relación, ambos intentarán comprender al otro para construir un vínculo basado en la comunicación y la comodidad, buscando alternativas sencillas a una forma de amar desconocida por ella y muchas veces dolorosa para él.

Una de las virtudes de la cinta es la capacidad de conseguir que cualquier espectador pueda sentirse identificado. El hecho de que hable de una realidad que habita un pequeño porcentaje de la población, que va del 1% al 6%, no impide esa representación en pantalla que muchas veces buscamos para congeniar mejor con la historia, para entenderla y reflexionar desde la propia vivencia. Slow no deja de ser una historia de amor que si bien es genuinamente particular, por nacer de lugares desconocidos para la mayoría de mortales, habla de algo tan universal como son las distintas vicisitudes y complicaciones que pueden darse en las relaciones humanas. Los celos, la urgencia de poseer al ser amado, el afán de ser observado con deseo o las inseguridades son elementos comunes que, quien más quien menos, ha vivido a lo largo de su vida. Elena se esfuerza en aceptar a su pareja tal y como es, pero a menudo esto entra en conflicto con sus necesidades más profundas. Cuando la bailarina encuentra en la mirada de uno de sus compañeros la pasión que Dovydas es incapaz de proyectar sobre ella, entrarán en juego ciertas dudas que pronto quedarán disipadas por la sólida fe que la joven deposita en su relación.

Slow

Slow se presenta, como otros tantos dramas románticos, en contra de la falacia del amor sencillo y sin baches. Generar vínculos afectivos sanos requiere de esfuerzo, interminables conversaciones y mucha empatía. Es necesario ver al otro de manera horizontal y entender el camino ajeno para construir una ruta compartida donde poder ser uno mismo sin herir a quien te acompaña. No obstante, la obra de Kavtaradze brilla por encima de la mayoría de cintas con enfoque similar, logrando llegar a lo más profundo de la naturaleza humana a través de una apuesta técnicamente sencilla y naturalista, que huye de elementos pretenciosos y efectistas, pero que da como resultado una de las películas más bellas e interesantes de los últimos años.

Atlántida Film Fest 2023. Corrientes ocultas