American Fiction, de Cord Jefferson

De corrección política y estupidez social

American FictionDesde que los Óscar ampliaron la shortlist a la mejor película (a menudo englobando las candidatas a mejor película dramática y a mejor película musical o de comedia de los Globos de Oro), se cuelan obras cuyo carácter discreto (en comparación con las apoteósicas favoritas) se acompaña de una producción cuidada y que suelen destacar, en mayor o menor medida, por su propuesta argumental o formal. Los que se quedan (The Holdovers, Alexander Payne, 2023), de la que hablamos anteriormente y American Fiction cubren este grupo (candidaturas que incluyen las dos excelentes, y paralelas, interpretaciones de Paul Giamatti y Jeffrey Wright). La obra de Cord Jefferson asume también la cuota para con la comunidad afroamericana que, desde hace unos años, se ha autoimpuesto la Academia. Y no deja de ser irónico (trasladado al ámbito literario) que  sea la corrección política, precisamente, el punto que American Fiction en sí misma debate, la tesis desarrollada por el propio protagonista de la película.

American Fiction, definición catalogada de librerías para un grupo de obras literarias narrativas, gira en torno a Thelonius “Monk” (Wright), escritor negro de notables novelas de ficción que son clasificadas como ensayos afroamericanos por no tratar temas de actualidad que puedan captar la atención del lector blanco. Son las suyas obras alabadas por colegas, pero ninguneadas comercialmente frente al ímpetu de producciones literarias diseñadas para triunfar en las top list. Cord Jefferson, que fuera guionista de la serie The Good Place, construye un personaje y un contexto familiar que se arraigan en la realidad, con virtudes y (unos cuantos) defectos, aunque lejos del histrionismo de las soap operas literarias que plagan los referidos grandes ventas. “Monk”, como el profesor Paul Hunham de Los que se quedan, es un profesional riguroso cuyo itinerario y nivel cultural le han llevado a una marginación. En el caso de la obra de Payne, a un puesto oscuro, ninguneado por compañeros y temido por alumnos. En el de la obra de Jefferson, el escritor sobrevive también como docente y es asimismo menospreciado por sus colegas (que escriben novelas mediocres que él repudia), mientras sus obras se acumulan en las estanterías de las librerías.

American Fiction

A partir de la convergencia entre necesidades familiares acuciantes y el rechazo a la devoción de los medios hacia los best seller que él desprecia, Monk decide, como catarsis, y también como tesis para evidenciar la estupidez ajena, pergeñar un manuscrito que incluya todos los tópicos argumentales de estos productos exhibiendo de modo pornográfico el reiterado catálogo de desgracias de la población afroamericana (de la pobreza a las adicciones, de las familias disfuncionales a la violencia social, de la delincuencia a los abusos policiales…). Si los best seller se orientan a conseguir una suerte de penitencia de la burguesía blanca, su nueva e hiperbólica obra, será una absurda broma metaliteraria que tratará de poner en evidencia la estupidez de las editoriales, de los medios de comunicación, de la crítica y, en definitiva, de una sociedad orientada a la neutralidad hipócrita y al buenismo… algo que, evidentemente (como en comedias clásicas) tendrá el efecto completamente inverso al esperado y le llevará a una posición incómoda.

A “Monk” (bajo un alias, puesto que se supone un autor fugado de la ley) le sucederán varias situaciones hilarantes y progresivamente complicadas, que permiten a Jefferson denunciar, en tono de farsa, la inanidad que conlleva la corrección política. Mientras la cultura de la cancelación evita utilizar determinados nombres o epítetos (la cinta arranca muy irónicamente con otra denuncia, la de una ofendida alumna contra el propio Monk por haber utilizado la palabra “negrata” en una clase de literatura o por etiquetar de nazis a otros personajes) e incluso castigar con suspensión académica a un reputado escritor, se celebra la redacción de un panfleto que incluya lugares comunes para la sensibilización fácil del lector en una supuesta denuncia de múltiples lacras.

American Fiction

Es una lástima que el director tema zambullirse en la comedia más pasada de vueltas y complementa la acidez con apuntes, entre cómicos y dramáticos, de las relaciones familiares del protagonista. Aun sin caer en el tópico de las películas “de negros”, Jefferson cae en los tópicos de las comedias amables, con la presentación de secundarios entrañables e idas y venidas sentimentales. Afortunadamente, en la conclusión, Cord Jefferson consigue desarrollar el guion hasta el punto de remachar impecablemente su tesis y la del protagonista, en un final contundente que no sólo denuncia la hipocresía de la corrección política sino que deja claro (por si alguien lo dudara) cuál es el Deus ex machina de la sociedad y la industria norteamericanas.

Vista desde la perspectiva europea, American Fiction resulta una muy hábil, muy divertida, comedia. Sería interesante saber cómo valoraríamos una obra semejante, en contra del “buenismo” de las izquierdas, producida en nuestro país. ¿Seríamos capaces de valorarla por los méritos artísticos o nos dejaríamos llevar por nuestros criterios morales? ¿Reiríamos con ella, como en esta ocasión? ¿Nos sonrojaríamos? ¿O, directamente, la despacharíamos como una bobada reaccionaria? Por lo pronto, alguien ha considerado que no merece un estreno en grandes salas y es la única candidata al Oscar a mejor película que va directa a plataformas. ¿Será por algo?

Los que se quedan, de Alexander Payne