Recuerdo de Akira Toriyama (1955-2024)

Por siempre, Akira Toriyama

Aventurarse hasta el más allá, seguir; recorrer un camino infinito para continuar peleando por aquello que importa. Cuando Son Goku se sacrifica para derrotar a Raditz, muere. Sin embargo, quien haya visto la serie de Dragon Ball (1986), sabrá que esto no es del todo así. En la lógica del mundo que imagina Akira Toriyama, ante la muerte existe otra alternativa al cielo o el infierno, donde la bondad en vida es recompensada. Este lugar es el camino de la serpiente, algo que solo el mismo encargado de enviar las almas a un sitio u otro había podido completar cien millones de años atrás. Ante esta información, el iluso saiyan se dice a sí mismo que si alguien ya había conseguido llegar al final, él también podría hacerlo, con lo que empieza a correr.

Esta forma de afrontar las adversidades corresponde al espíritu de la gran serie del mangaka japonés, quien llegó a contagiar esa ilusión a lo largo de generaciones, traspasando fronteras y convirtiendo su trazo en un símbolo reconocible a nivel global, presente en series como —la ya mencionada— Dragon Ball o Dr. Slump (1981) y videojuegos como Chrono Trigger (1995), Blue Dragon (2006) o algunos títulos de la saga Dragon Quest. Su influencia está latente en un sinfín de historias y series posteriores, traduciendo su legado más allá de las viñetas.

Akira Toriyama - Chrono Trigger

Chrono Trigger

Desde el recuerdo de quien escribe, la obra de Akira Toriyama fue un incentivo creativo y social durante la infancia y adolescencia, apareciendo en la televisión de Cataluña con su propio doblaje. Esta versión que tanta gente recuerda con estima fortaleció ampliamente la cultura del manga–anime local, atribuyendo muchas de sus traducciones como parte de un imaginario colectivo, reconociéndose en numerosas voces y canciones. 

“És un món d’encís, un país encantat…”

Si por alguna razón los mundos de Toriyama resultan cautivadores es por la vasta extensión del universo que inventa, repleto de monstruos, androides, alienígenas, seres antropomórficos… Ese trabajo de worldbuilding es un rasgo que comparten muchos de los grandes shōnen, donde la definición de unas determinadas reglas y directrices estéticas determinan el tono de la acción. En el caso de Dragon Ball, su incursión al fantástico deriva desde cierta lógica elemental, que se nutre de la suma de muchísimos referentes culturales, mayormente próximos a las artes marciales y diferentes mitos orientales. Esto se veía reflejado en su concepción estilística, donde abundaban numerosos escenarios y criaturas que correspondían a su propia mística —reconocibles en el menú de selección de tantos videojuegos sobre la serie—. 

Algo que también resulta llamativo dentro del mundo de Dragon Ball o Dr. Slump es la presencia de personajes pequeños que enfrentan enemigos mayores o corporaciones malignas. Además, estos parecen ingenuos por su inocencia, por lo que engañarles era una táctica habitual para los villanos, aunque nunca terminaran de salirse con la suya. Esta especie de karma por guión, en el fondo, dignificaba mucho la idea significativa de sus personajes, que no tenían un solo atisbo de envidia o malicia —véase, de forma clara, en aquella ocasión durante la prueba de Baba, donde Son Goku permanece inmune ante el ataque del demonio que intenta apoderarse de la maldad de su corazón—. Este rasgo de estilo fortalece esa actitud que Toriyama adopta frente al mundo, donde a pesar de retratar el mismo como algo injusto y hostil, mantener esa bondad es la mayor arma de rebeldía.

Akira Toriyama - Dr. Slump

Dr. Slump

“Escapem-nos d’aquesta inmensa foscor”

En una secuencia de la película Nadie sabe (2004) de Hirokazu Koreeda, los niños protagonistas —abandonados a su suerte en una casa vacía, sin adultos a su cargo— reúnen a sus amigos y juegan al Dragon Ball Budokai 2. Sea voluntaria o no la elección de aquel título en concreto, es realmente enternecedor ver cómo esa ventana a otro mundo dispuesta en un televisor lleva a los críos a pensar más allá de su realidad. De alguna forma, esa imagen —anecdótica en el cómputo de la película— acaba convirtiéndose en una donde mucha gente se puede identificar. En la obra de Toriyama, esa sensación de recurrir a la ficción para escapar a la vida está acentuada por lo desmesurado y único de su mundo, y una de las grandes enseñanzas que la serie propone recae sobre la amistad y cómo esta se forja a través de los vínculos que surgen durante el camino.

Dragon Ball

Dragon Ball

Inevitablemente, de ahí proviene un optimismo que queda plasmado en su espíritu de equipo y luchador —no es casualidad que esa sea la cualidad indispensable del ataque más poderoso de la serie—. Aquella frase del opening que dice “juntos podemos romper un iceberg” alude directamente al alma de la misma, donde la voluntad se fortalece a través de la suma del conjunto, y viceversa. De alguna forma, esa perspectiva en torno a la amistad fortalece otra cara sobre la misma idea, permitiendo identificar en ella la posibilidad de algo tan cautivador en la infancia como la misma posibilidad de un mundo mejor. Algo que, por ahora, es visible en la huella que deja la obra de su artista.

Mirando al presente, el viernes, ante la noticia de su fallecimiento el pasado 1 de marzo, el relato individual que cada persona exponía en redes sociales respecto a su relación con la serie fue una señal de hasta dónde llegaba su alcance. La memoria asociada a su obra resulta intransferible y en ella cada uno reconocerá una cosa distinta; tal vez sea a un amigo de la infancia, un familiar o un hijo, un verano, el comedor de una casa, las estanterías de una biblioteca… El valor de relacionar una cosa con otra propulsa ese alcance nostálgico del planeta Toriyama, donde siete bolas repartidas a lo largo del mundo tenían la capacidad de conceder un deseo a quien lograse hacerse con ellas. Por este motivo, Son Goku y sus amigos empiezan a recorrer un mundo por descubrir, algo que traslada la razón de su viaje más allá de su último hallazgo, pues en ese viaje existe otro, uno que todavía continúa.

Dragon Ball

“El món pot ser només una runa, això no ho consentirem!”