El cine de terror encuentra en los conventos un espacio de hostilidad idóneo donde desarrollar narrativas que habitualmente sirven como ferviente crítica al universo religioso. Innumerables monjas han inundado ficciones de género a lo largo de la historia del cine. Entre las últimas, encontramos a Narcisa de Hermana muerte (Paco Plaza, 2023), en busca de los secretos ocultos de la antigua abadía reconvertida en la escuela donde es profesora; a Irene de La monja (Corin Hardy, 2018) y La monja II (Michael Chaves, 2023), donde la protagonista se enfrenta a un demonio que toma su misma forma, la de hermana; o a Margaret en la recientemente estrenada La primera profecía (Akasha Stevenson, 2024), secuela directa del clásico La profecía (Richard Donner, 1976), que está superando con creces las expectativas de un público exigente con las segundas partes. La nunsploitation, que vivió su época dorada en Europa durante los años setenta, sigue siendo un subgénero al alza, y así lo ratifican la cantidad de producciones de este tipo que van emergiendo año tras año.
En Immaculate, la última película de Michael Mohan, director de Los voyeurs (2021), Sydney Sweeney es Cecilia, una novicia que tras un accidente casi letal que sufrió durante la infancia, cree que Dios la salvó con un propósito, por lo que decide dedicar su vida a la fe cristiana. Original de Estados Unidos, la joven se traslada a un convento italiano para profesar sus votos, lugar en el que monjas moribundas pasan sus últimos días. Allí simpatiza con Gwen (Benedetta Porcaroli), la única de las hermanas que tiene una actitud un tanto rebelde: se esconde en los lavabos para fumar y cuando algo no le parece correcto alza la voz sin pensar en las terribles consecuencias que esto conlleva. El embarazo de Cecilia despertará sentimientos opuestos: por un lado, Isabelle, una de sus jóvenes y bellas compañeras, arderá en celos por no ser la “elegida”, mientras que el padre Tedeschi (Álvaro Morte) quedará fascinado por el milagro, pues la virginidad de la novicia la convierte en una suerte de Virgen María.
Immaculate supone la segunda ficción producida por Fifty-Fifty Films, empresa que Sweeney inauguraba en 2020, después de estrenar Cualquiera menos tú (Will Gluck, 2023), también protagonizada por la actriz de Euphoria. El guion, que llegó a sus manos hace diez años, quedó aparcado mientras encontraba financiación, y cuando se decidió a llevar el proyecto adelante no dudó en contactar con Mohan, con quien ya había trabajado en proyectos anteriores. Desde que salieran las primeras imágenes del filme a principios de año, el hype no ha parado de aumentar, abocando el estreno a un escrutinio riguroso por parte de los amantes del género. Aquellas pistas, que auguraban una fiesta sangrienta y perturbadora, no acaban saciando a quienes albergábamos, quizás, excesivas esperanzas en ella. Hay sangre, sí, pero habrá que esperar demasiado para entrar de lleno en lo que andábamos buscando. Son varios los jumpscares que van apareciendo a lo largo del metraje, pero estos, privados de una función clara más allá de electrizarte en la butaca, acaban por convertirse en previsibles. Las opacidades en la trama, que difuminan la explicación de algunos hilos abiertos que parecían interesantes, nos dejan con un sabor agridulce que, por suerte, parece mejorar en el último acto.
Nos encontramos frente a una ficción correcta: su narrativa, conscientemente inverosímil, ahonda en la jugosa idea de la transformación del personaje. La evolución de Cecilia pasa por varias fases: desde la inocencia angelical con que es descrita a su llegada, hasta convertirse en la trágica superviviente de una orden clerical manipuladora y violenta. El ejercicio dramático de la actriz es sublime, sobre todo en los últimos minutos, donde un celebrable y enérgico final deja al espectador boquiabierto. Quizás la mayor virtud de Immaculate radica en el poso que deja en este, deseoso de ver a la protagonista de Reality (Tina Satter, 2023) en más papeles que dejen de lado la sexualización de un físico espectacular, y se centren en desarrollar la psicología de personajes capaces de esquivar el erotismo banal que inauguraba su Cassie en la famosa serie de HBO.