El hecho de que a alguien se le haya ocurrido ofrecer a Charlie Kaufman adaptar a la gran pantalla un libro infantil cuyo público objetivo es la infancia que comienza con la lectura, y que el guionista y realizador haya aceptado la propuesta, a bote pronto indica, por un lado, que seguramente la adaptación incluya cosas que no vienen en el libro y, por otro, que se trata de un libro con posibilidades, entiéndase esto como se quiera. Al final, ambas cosas son ciertas, el álbum ilustrado de Emma Yarlett, que data de 2014, ha sido publicado este año por Edelvives en una cuidada edición de tapa dura y formato cuadrado que encantará a las personas más pequeñas con su historia y los troqueles que interactúan en esta, pero el público adulto también encontrará interesante su sentido del humor y sus elaboradas ilustraciones teniendo en cuenta que además no sigue la estructura narrativa estándar de textos e ilustración por separado, sino que los primeros (algunos a modo de manuscrito, como una suerte de extractos del diario de Orión) se dispersan por las segundas, alternando algunas a toda página con otras compuestas por varias más pequeñas a modo de viñetas, usando a menudo el recurso de la listas (las cosas que le dan miedo, las posibles soluciones a su problema con la oscuridad, etc.).
La película escrita por Kaufman y dirigida por Sean Charmatz se inspira muy bien en el libro pero amplifica enormemente su universo (incluyendo la narración del Orión adulto que cuenta a su hija a través de flashbacks como venció su miedo a la oscuridad, un primer enamoramiento de este, o los colegas nocturnos de Oscuridad, solo por citar lo más notable), entre otras cosas para aumentar el público objetivo, y la jugada sale bien, no en vano me parece una de las películas más emotivas de este año que acaba.
La obra de Yarlett, que no es la primera que publica la editorial (tras El correo del dragón, El banquete de los monstruos, Una carta para Papá Noel o ¡Es mío!), servirá a niñas y niños de cinco o seis años a familiarizarse con las letras minúsculas y comenzar con la lectura, o trabajarla y perfeccionarla, pero también a perder el miedo a la oscuridad, ese que van adquiriendo poco a poco a medida que sus mentes van trabando contacto con el mundo adulto, o con ciertas ficciones que se lo inculcan en lugar de quitarle hierro al asunto, como este Orión y la oscuridad.