El abismo de los otros

Tan adentrados ya en el siglo XXI que los lectores más jóvenes de Miradas no recordarán nada anterior, lo interesante de los tops no es tanto su función prescriptiva como el sistema de creencias que hay detrás. Los primeros seguidores y (eventualmente) escritores de esta web celebramos en su momento la apertura a nuevas críticas y cinematografías como una contestación del canon heredado, sin ver en ello una amenaza al legado de una manera de hacer y —ahora lo sabemos— de disfrutar el cine. Ahora que todo son cenizas y fuegos artificiales, sin nada en medio más que las brumas del streaming y esos falsos faros rodeados de arrecifes que son los festivales de cine, la crítica ya no puede limitarse a descubrir o interpretar películas: debe profesar su sentido. En consecuencia, en mi top no hay ningún título que no haya logrado en cierta medida perturbar mi entendimiento de la vida; bien cuestionando valores que creía asentados, como El cielo rojo o The Beast (La bestia), bien, como Furiosa y Here, sometiéndolos al vértigo de nuevas imágenes que solo los ancianos Miller y Zemeckis han sabido crear, las cuales ponen al descubierto las mañas con que nuestra mente trata de reducir la realidad a términos manejables.

Furiosa

Cuando me asomo a los tops de otros compañeros, me pregunto si esas películas en las que coincidimos habrán delatado similares imposturas en ellos; o si, por el contrario, como ocurre en Las habitaciones rojas, La trampa o Secretos de un escándalo, nuestros actos compartidos enmascaran maneras radicalmente diferentes de entender el mundo. El error siempre fue pensar que el cine tenía que comprendernos o representarnos, en lugar de una vía de abismarse en los demás y en su sentido integral y terriblemente alternativo de la existencia. Que en 2025 sigamos todos dando pasos hacia el abismo de los Otros.