De festival en festival y tiro porque me toca, Daniel Hendler está en racha de estrenos estos días. Se pasó por Venecia con Un cabo suelto, recientemente estrenada en salas, cuenta con un papel en Vieja Loca (Martín Mauregui , 2025), que tuvo su premier en Sitges y, ahora, llega a Netflix 27 noches, película en la que ejerce tanto de director como actor, coescrita con el mencionado Martín Mauregui y que, para completar la baraja de festivales, formó parte de las proyecciones de San Sebastián. El filme se centra en Martha Hoffman (Marilu Marini), una excéntrica mujer que vive su vida libremente y sin prejuicios, pero su desenfadado estilo de vida es cuestionado por sus hijas, sirviéndose de la avanzada edad de Martha para poner en duda su salud mental. Tras pasar 27 noches internada en un psiquiátrico, Martha queda bajo el escrutinio de Casares (interpretado por el mencionado Daniel Hendler), quien debe juzgar si las acusaciones son acertadas o un simple desacuerdo de las hijas con el modo de vivir de su madre.
Siguiendo los códigos de la comedia, 27 noches funciona en lo directo de su propuesta. No oculta su posicionamiento a favor de Martha y el misterio de la investigación es más una excusa para el arco argumental de Casares. Imparcial, apolítico y asexuado, Casares se presenta como el arquetipo que sacrifica la posibilidad de una vida más plena en favor de lo seguro y racional, de lo correcto y normativo. Todo lo contrario a Martha, que vive despreocupada entre fiestas y proyectos artísticos sin pretensiones de remuneración económica. Su pasión por la “inutilidad” del arte simboliza su ambición por una espiritualidad que resulte en una vida feliz y sin ataduras. Sin embargo, el derroche de bienes que suponen sus excentricidades incomoda a sus dos hijas, privando a Martha de su libertad. Basada en la novela homónima de Natalia Zito, que combina realidad y ficción, las relaciones familiares se tornan nocivas ante los intereses propios y la apuesta por una vida desenfadada e impulsiva se juzga como un trastorno mental ante la falta de una racionalidad más conservadora.
El personaje de Martha se construye a partir de las diferentes perspectivas que forman parte de su vida, a excepción de los flashbacks que muestran su internamiento durante las 27 noches que dan nombre a la película, escenas que sí se narran desde su perspectiva. Tras un inicio enfocado desde el pavor del punto de vista de las hijas y de las descripciones de informes que aluden a comportamientos erráticos, Casares se ve ante la tesitura de redibujar al personaje que se había imaginado a la vez que reestructurar sus creencias. El choque de personalidades es tanto el discurso como el chiste en 27 noches. La comedia de Hendler es sutil, se asoma a través de gags fríos y tiñe la extrañeza de la cotidianidad, empatizando con sus personajes y sus excentricidades. La poca vitalidad de Casares lo aísla e incomoda, recurso que juega a favor del guion, y el patetismo que lo rodea, entre triste y enternecedor, caracteriza el humor del filme.
27 noches defiende la libertad para tomar decisiones propias, puedan ser correctas o no, sin ataduras ni juicios, y denuncia el intento de apagar la vitalidad del individuo a causa de desacuerdos de opinión. En el ensayo Contra la interpretación, Susan Sontag argumentaba que al arte no hay que buscarle un sentido o utilidad, porque la propia existencia ya es el sentido del arte. Martha invierte para que haya más arte en el mundo, y si esa es su decisión, quizás eso sea más que suficiente para ella.







