Valor sentimental, de Joachim Trier

El éxito de La peor persona del mundo (2021) estableció a Joachim Trier como uno de los cineastas más consolidados del panorama autoral europeo. Por eso mismo, había mucha expectativa puesta en su próxima película, que se ha hecho esperar cuatro años. Trier ha abrazado esta condición de “gran autor europeo” y ha elaborado una película mucho más medida y temáticamente ambiciosa, con la voluntad de demostrar que la crítica no se equivocaba con él.

Valor sentimental es el retrato de una familia rota. La muerte de su madre devuelve a la vida de dos hermanas la figura de un padre ausente, que encuentra en el funeral de su exmujer la excusa para un arrebato creativo. Él es director de cine y quiere rodar su obra más personal en la casa donde se criaron sus hijas. Trier resulta osado en el planteamiento narrativo, pues busca abordar una gran cantidad de temas de peso en una película que apenas concede respiro a sus personajes. Por supuesto, Valor sentimental habla de la familia, pero también del proceso creativo, la depresión, la envidia, el sentimiento de pertenencia…

La película resulta muy comedida en su construcción y puesta en escena, a diferencia de La peor persona del mundo, que era un film más digresivo. En su anterior película —también protagonizada por Renate Reinsve—, Trier dejaba fluir mucho más el desarrollo narrativo, con fugas en la historia que rimaban con la crisis personal de la protagonista. En Valor sentimental todo es más rígido, como lo son sus personajes. Resultan llamativos los abruptos cortes a negro que separan las secuencias. No parece una película episódica, pero esta forma de montaje —quizá el único exceso en una puesta en escena muy sobria— no permite a las secuencias dialogar entre ellas, reforzando la incapacidad de comunicación de los personajes.

Ante todo, Valor sentimental es una película sobre la emoción. Trier construye esta temática a dos niveles: las emociones en el plano íntimo de la familia y la emoción que genera el arte. Todos los personajes están desdoblados en este sentido. La profunda angustia que siente el personaje de Reinsve por su situación personal se traslada al plano profesional en la primera secuencia de la película, en la que sufre un ataque de ansiedad y pánico escénico en una representación teatral.

Las cuatro interpretaciones centrales están a la altura de la propuesta. Stellan Skarsgard ofrece la interpretación más compleja de su carrera, dotando de distintas capas de humanidad y monstruosidad a un cineasta brillante, aunque padre incompetente. La actriz Inga Ibsdotter Lilleaas es el contrapunto empático en esta colección de personajes ariscos y protagoniza los momentos más emotivos de la película, mientras que Elle Fanning aparece como una forastera que logra ser magnética, ingenua y emocionalmente inteligente al mismo tiempo.

Joachim Trier ya suena en las quinielas para la inminente temporada de premios y no es de extrañar, pues dirige con mucho pulso una película que entra en el melodrama sin precipitarse en el sentimentalismo más descarado. Es inevitable pensar en la influencia de Ingmar Bergman en el cine de Trier, pero el noruego logra perfeccionar su propio estilo, con contrapuntos de comedia y mucho énfasis en la construcción de personajes complejos y creíblemente humanos.

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