Un matrimonio de hoy
Con el paso de los años, Mike Leigh se ha ganado, sin lugar a dudas, el derecho a ser considerado uno de los más importantes cineastas británicos de los últimos tiempos. Menos amigo que su compañero de generación Ken Loach de los discursos engolados y los golpes de efecto, a través de su filmografía, compuesta por poco más de veinte títulos, entre largometrajes, cortos o series televisivas, este superviviente de la era Thatcher o Blair, ha elaborado una brillante e incisiva radiografía de la sociedad inglesa contemporánea, partiendo de una mirada firme y exigente, no exenta de fina ironía y complicidad.
La nueva película del realizador, tras la incomprensiblemente poco valorada Happy, una historia sobre la felicidad (Happy Go Lucky, 2008), regresa a un terreno semejante al de prestigiosas piezas previas como Todo o nada (All or Nothing, 2002), que dueñas de una sugestiva trama principal, no temen buscar la digresión argumental para completar la propuesta, efectuando así un certero y conmovedor retrato social. Los admiradores de su obra, no encontrarán a priori nada nuevo en Another Year (Another Year, 2010), a excepción tal vez de la un tanto facilona pero efectiva estructura en cuatro cuadros en base a las estaciones del año, que remite de inmediato a autores como el mejor Woody Allen, con quien Leigh guarda, salvando las evidentes distancias, que comienzan con la rabiosa cinefilia del neoyorquino, no pocas semejanzas en cuanto a capacidad de observación. No obstante, los espectadores que hayan tenido la oportunidad de visionar sus diferentes películas apreciarán la lucidez digna de viejo zorro y su madurez como narrador, que le lleva a rechazar de pleno cualquier artificio o subrayado.
No son estos buenos tiempos para la esperanza o la sonrisa, pero Leigh prefiere, en esta ocasión, mostrarse moderadamente optimista y para ello se sirve del entrañable matrimonio protagonista, que en su hogar ha construido una suerte de refugio para los más desamparados. Son estos últimos quienes a lo largo de un año arrebatan la función a la pareja formada por Tom y Gerri, convirtiéndose en auténtica alma del film, sobre todo esa maravillosa loser que es Mary (maravillosamente interpretada por Lesley Manville) y Ronnie, herido hermano mayor de Tom, que acaba de enviudar. Obviamente, la fragilidad de estos personajes no pasa desapercibida para el director que no tarda en deslizar su mirada hasta sus tristes historias que confluyen en la que probablemente sea la mejor secuencia de la película, la conversación en la cocina, y que nos lleva hasta el revelador y emocionante plano final, con buena parte de los protagonistas sentados en la mesa, compartiendo una charla intrascendente. Nada ha cambiado, por supuesto, pero es que a Mike Leigh nunca le han interesado las grandes hazañas o los sufridos dramas. El gran triunfo consiste en retratar con no poca complicidad a un grupo de amigos, con sus luces y sombras, de forma impecable, que ya forma parte de la particular y emotiva comedia humana construida por el realizador de Manchester.
Another Year, es una película extraordinaria que incomprensiblemente se ha estrenado en nuestro país con casi un año de retraso y que se está convirtiendo en una de las sorpresas de la temporada, haciendo las delicias de los espectadores. Y es que en una época tan dura no está de más que el cine nos haga reflexionar y emocionarnos a partir de personajes y situaciones perfectamente reconocibles y cercanos.
QUEREMOS SEGUIR BEBIENDO, A PESAR DEL SABOR AMARGO
Uno de los conceptos, que seguramente encontremos, en la definición de la vida que nos gustaría tener, es el equilibrio. Quizá, el término, sea un sinónimo no reconocido de la felicidad. Es necesario haber sentido tristeza, para saber valorar en su justa medida, una alegría. Es necesario conseguir cosas mediante nuestro esfuerzo, para apreciar como se merece, un regalo. Es necesario experimentar una pérdida, para sentir necesidad de los que nos rodean.
Mike Leigh consiguió el equilibro artístico con «Secretos y mentiras» (Secrets and Lies, 1996). Un equilibrio realmente escurridizo, difícil de atrapar. Han tenido que pasar 14 años y 5 films, para que con «Another year» lo consiga y el equilibrio vuelva a ser su mayor virtud. No solo formalmente, también el contenido se muestra en armonía.
Un matrimonio ejemplar. De ellos sabemos que cultivan, cocinan, escuchan música, leen en la cama antes de hablar, se abrazan, se consuelan y verdaderamente descansan. Son refugio para compañeros, amigos y familiares.
Pueden ofrecer y quieren hacerlo. Abren su casa, sus vidas, sus oídos, su corazón y sus brazos. A cambio, son más conscientes aún, de la suerte que tienen. No se sienten solos, son sinceros al decir que les gusta su vida y lo que consideramos oficialmente como desgracias, de momento les son ajenas. Parece que han conseguido hasta ahora llenar el mal llamado vacío existencial, y digo mal llamado, porque ese vacío contiene multitud de emociones (magistralmente expuestas por todos y cada uno de los actores y actrices) que indomables, son las que nos desorientan hasta hacernos caer.
Ternura y desgarro. Las secuelas que en nuestra vida va dejando el paso del tiempo. Lo irrecuperable. El sentirse a punto de pasar a formar parte de la Historia, dejando como huella tan solo un nombre casi anónimo. Primavera, verano, otoño e invierno. Un invierno demasiado duro y largo. Samuel Arjona
Una oda a la sencillez, a la vida cotidiana que, a través de sus pequeños dramas –siempre en planos cortos, sin artificios-, dignifica al ser humano a través de una épica de la madurez, de la vejez, cuando se ha de aprender a capear, a convivir con el espectro de la ausencia, de la muerte.
Una película magnífica para quienes no temen mirar a la vida de frente.