Ruido o música. Deshumanización o liberación. La visión de diez mujeres que cambiaron la forma de escuchar el mundo… y que no conocíamos
Clara Rockmore, Daphne Oram, Bebe Barron, Delia Derbyshire, Maryanne Amacher, Pauline Oliveros, Wendy Carlos, Eliane Radigue, Suzanne Ciani y Laurie Spiegel.
Músicas, matemáticas, científicas. Mujeres que abandonaron carreras prometedoras en su campo (según los estándares de la época, claro) para investigar, componer e interpretar sonidos imposibles. Mujeres desconocidas para la gran mayoría.
Lisa Rovner, guionista y directora de Sisters with Transistors, investiga, compone y realiza un documental que les hace la justicia que no sabíamos que merecían, consiguiendo un doble objetivo que, aunque identificable, expone abierta pero sibilinamente al incluir en la BSO del film la canción de Space Lady: Synthesize Me:
1 Descubrir
“Sintetízame. Hipnotízame. Humanízame. Energízame”
Música en la naturaleza. Música en los instrumentos.
Música en la sirena antiaérea. Música en el silencio de entre guerras.
Música elaborada, y música que no necesita de intermediarios.
Música que para algunos, durante muchos años, sólo era ruido.
Las mujeres de Sisters with Transistors lo tenían claro: la música electrónica permitía experimentar, innovar, inventar y crear. Y, lo más importante: no depender de nadie. Ellas y el theremín. Ellas y el sintetizador. Ellas y el ordenador.
Rovner no necesita más que presentar material de archivo con el acompañamiento de voz en off de personas que las acompañaron o las admiraron. Primero en orden cronológico, luego y en menor medida mezclando los descubrimientos de unas y otras, yendo de adelante atrás y a la inversa en un baile que juega más con las imágenes que con explicación explícita de sus interconexiones, para hacernos descubrir las similitudes de sus investigaciones, de sus intenciones.
La historia que conduce la directora, seguramente exclusivamente conocida en círculos muy estrechos del sector, lleva al espectador al trance de conocer a estas leyendas invisibles y sus motivaciones (descubrir un nuevo paradigma; descubrir un nuevo yo interior), avanzando al ritmo de la música que cada una exploró. Y así conocemos a la primera mujer que tuvo un estudio propio de música electrónica. La primera mujer que compuso, se explica muy bien en el documental el por qué denominarlo así, “el ruido” para Planeta Prohibido (Forbidden Planet, Fred M. Wilcox,1956). La primera mujer que fue contratada para componer la banda sonora (ahora sí podía hablarse de música) de una película en Hollywood.
Mujeres que supieron salir adelante con sus propias creaciones, defendiendo sus capacidades. Mujeres que transformaron el imaginario común (fue gracias a Delia Derbyshire que el público general, y por tanto la sociedad global, comenzó a interesarse por las posibilidades de la música electrónica gracias a este tema que muchos conocemos). Y es que “según se escucha, así se construye la cultura”, dice una de nuestras heroínas. Y esta potente sentencia dictamina el camino que la directora quiere también recorrer con Sisters with Transistors.
2 Reconocer, desde la admiración más sincera
No seas condescendiente conmigo / No me cosifiques / No me paralices / No puedes sorprenderme
Sin estas mujeres, la música electrónica no sería lo que es hoy. Esto nos lo enseña Rovner, pero también los hombres que se prestan a colaborar en el relato de su documental. Y también el espectador acaba siendo consciente de ello por sus propios medios. Pero quizá lo que más me gusta es que la directora no presenta un panfleto reivindicativo, sino que consigue el reconocimiento precisamente por lo que debe ser: por mostrar, elegantemente, los hechos. Sin parafernalias, sin juicio moralista evidente. Como mucho, dejando que sean ellas mismas las que nos den alguna pista…
Una de ellas explica su experiencia diciendo que tenía que ir de la mano de un hombre para que la tomasen en serio. Otra, que su presencia en el estudio alegraba a los hombres “porque así olía bien. Esa era la visión que tenían de nosotras. Pero yo quería aprender”.
Ella quería aprender. Y nosotros aprendemos que, gracias a ella, a su entusiasmo y resiliencia, sus sucesoras pudieron ser más reivindicativas, hablando de feminismo sin tapujos. ¿Era lo que buscaban? No. ¿Fue lo que consiguieron? Quizá ahora sí. Documentales como este son más necesarios que nunca.