Mario Hernández, director y guionista del cortometraje Vientos del pueblo sirio (2018), donde documentaba el trágico día a día de miles de refugiados en Lesbos, se lanza al largo con un peculiar relato sobre una relación intermitente entre una actriz y un guionista de cine, cuyos encuentros llevan dándose desde hace más de una década, cuando sus compromisos profesionales los ayudan a coincidir. Tras su presentación nacional en el Festival de Málaga, Tregua(s) obtuvo varios reconocimientos en los festivales de cine de Ibiza (Ibicine) y Alicante, entre ellos los premios a mejor película y mejor actriz. Su inminente estreno internacional será en el London Spanish Film Festival, donde competirá en la sección oficial junto a producciones de la talla de El agua (Elena López Riera) o Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa).
La primera escena, situada en una habitación de hotel en alguna ciudad de la costa, se alarga hasta los 35 minutos. Allí asistimos a una extensa conversación entre Ara (Bruna Cusí) y Edu (Salva Reina) en la que da tiempo para todo, pero lo primero es lo primero: el sexo. Su relación queda pronto definida, cuando nada más encontrarse después de más de un año sin verse, se funden el uno con el otro, en un incómodo encuentro sexual que observamos también a través de un espejo situado detrás de ella. Este divertido juego sexual aparentemente improvisado, también influye en una narrativa que se valdrá del uso de este reflejo para aportar distintos puntos de vista de lo que va ocurriendo en ese espacio cerrado, metáfora de la relación que comparten: una suerte de encierro que viven a escondidas, lejos de las miradas del resto.
Esta primera secuencia se divide a su vez en dos partes, cuya iluminación acompaña al cambio de ánimo en los protagonistas. Al inicio, bajo una luz neutra, más bien fría, los amantes juegan, se besan y se chinchan, hablan de todo y de nada con despreocupación, dejando claro que se han echado de menos. El tono aquí es ligero, cercano a la comedia romántica de carácter más intimista. En cierto momento, ahora bajo una luz más cálida, observamos a Ara fumando en la ventana, y ya no hay rastro de la sonrisa risueña que ocupaba su cara hasta entonces. Debe darle una noticia a Edu y no sabe cómo. Su reacción le preocupa, y también la posibilidad del cambio. El conflicto no solo estalla por el anuncio de ella, sino que él también tiene algo importante que contarle, aunque tampoco sabe cómo afrontarlo, y se apoya, como durante todo del film, en un sentido del humor que roza el cuñadismo. Pasamos de la celebración del reencuentro a los reproches y los juicios que derivan en una típica discusión de pareja. Pero no lo son, al menos no una convencional. Y ahí es donde se pierde la esencia del vínculo: tener lo mejor de una pareja sin serlo.
Su relación se basa en la confianza y en los momentos compartidos a lo largo de los años, episodios que se esmeran en recordar, como si de algún modo estuvieran estancados en el presente y su vida juntos solo tuviera sentido gracias a ese pasado en común. El punto de inflexión que supone darse cuenta de que han crecido los aboca a una introspección en paralelo, donde hay lugar para hablar del matrimonio y la paternidad, con algún que otro ataque de celos de por medio y, sobre todo, para confesar abiertamente que se quieren, pero que también tienen miedo. Vivir fuera de la norma, al margen, sosteniéndose gracias a esas treguas de la vida ordinaria, es un ejercicio que tarde o temprano tiende a complicarse, y ese es el preciso instante que Hernández ha querido mostrar en su film.
Tregua(s) supone un debut sencillo pero honesto, donde Bruna Cusí nos regala un personaje muy acorde a su carrera, siempre dejando clara su predilección por películas alejadas de lo mainstream (Upon Entry, Mía y Moi). Esta actitud la acerca al personaje que interpreta, Ara, a quien no le interesa demasiado convertirse en una estrella mientras pueda escoger proyectos que le aporten lo que necesita, aunque estos lleguen a menos espectadores. Esto mismo ocurre con la ópera prima de Mario Hernández, que durante su primer fin de semana en cines podrá verse en 22 salas españolas, ninguna de ellas en Cataluña. Esperamos, eso sí, que esta lista crezca en los próximos días y que su film pueda llegar a cuanto más público mejor.