Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa

Cinco lobitosCinco lobitos, la ópera prima de la vizcaína Alauda Ruiz de Azúa, fue la ganadora de la Biznaga de Oro a la mejor película en el Festival de Málaga tras su paso en la sección Panorama de la Berlinale. Además, se alzó con el premio a la mejor interpretación femenina, ex aequo para Susi Sánchez (La enfermedad de domingo, Dolor y gloria) y Laia Costa (Foodie Love, Victoria); el premio al mejor guion, de la propia Ruiz de Azúa, y el premio del público. Después de su emocionante proyección en la clausura del Festival D’A de Barcelona entiendo todos y cada uno de los reconocimientos a esta cinta que dibuja un retrato tan agridulce sobre la maternidad.

Amaia (Laia Costa) llega a su casa con una criatura recién nacida en brazos y una cara de no saber muy bien como se hace esto de ser madre. Tras numerosas discusiones con su pareja, Javi, (Mikel Bustamante), decide refugiarse en casa de sus padres en un pequeño pueblo costero del País Vasco. Lo que no sabe Amaia es que cuando llegue allí no solo tendrá que lidiar con una madre demasiado intransigente, sino que también deberá cuidar de ella.   

Lejos de mostrar una crianza idealizada, Cinco lobitos aborda el tema de la maternidad desde un punto de vista generacional y analiza los cambios de dinámicas que conlleva la llegada de un nuevo miembro a la familia; cambios con respecto a los padres, a la pareja y, sobre todo, con una misma. El filme supone un retrato honesto de situaciones que, al margen de las diferentes experiencias de cada uno, podrían conectar con muchas de nuestras vivencias como madres y como hijas. Paralelamente, vemos reflejada la enorme dificultad de conciliar la vida laboral con la familiar en la vida moderna, sobre todo cuando eres mujer. Los privilegios de los hombres se hacen evidentes cuando la joven se ve obligada a rechazar numerosos trabajos que se le presentan durante los primeros meses de maternidad, mientras que Javi sigue aceptando las ofertas que le permiten escapar de sus responsabilidades como padre.

Cinco lobitos

A nivel visual, Ruiz de Azúa propone una experiencia totalmente inmersiva introduciéndonos en la minúscula habitación de Amaia de forma que, como espectadores, somos capaces de sentir el miedo y las inseguridades de cualquier madre primeriza mientras escuchamos los interminables llantos de su bebé. Afortunadamente, cuando las situaciones se vuelven demasiado tensas, la directora nos ofrece un respiro con toques de humor encabezados por una sublime Susi Sánchez. La conexión entre ambas actrices es desbordante y son sus interpretaciones llenas de matices las que nos mantienen fascinados durante todo el metraje. El personaje de Ramón Barea, tierno e inútil a partes iguales como padre y como marido, también nos ofrece momentos absolutamente entrañables, como el de la proyección del vídeo familiar en el que resulta difícil contener las lágrimas.  Puede que la trama entre Javi y Amaia sea la que se resuelve con menos credibilidad, ya que nos deja con demasiadas interrogantes en cuanto a la evolución de su relación.

Con este sólido debut, Alauda Ruiz de Azúa se une a esa nueva generación de jóvenes directoras que siguen revolucionando el cine español.

Este artículo forma parte de la colaboración entre Miradas de Cine y La Casa del Cine, donde Silvia Pujol i Molas es alumna.

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