Pearl, de Ti West

Totó, creo que ya no estamos en Kansas… pero, sí, seguimos en Kansas… O en Oklahoma o Texas o en cualquier rincón perdido de los Estados profundos de América. Y no está Totó sino un cocodrilo muy útil para reciclar los restos orgánicos. Y Dorothy no se llama Dorothy, sino Pearl.

Ti West rodó X en Nueva Zelanda con la esperanza que tuviera suficiente éxito (o recaudación) cómo para que la productora diese luz verde a otra cinta que, de hecho, ya estaba filmada. Con la colaboración imprescindible de Mia Goth diseñó una precuela que rodaron simultáneamente a la película producida por el estudio A24. Ya es sabido que X funcionó lo suficientemente bien como dar paso a Pearl y el resultado ha sido, por ahora, un díptico que puede pasar a la historia del cine de terror.

X

X es una irónica mezcla de erotismo y terror. Un grupo heterogéneo rueda en los 70 una cinta porno en una vieja granja, a cuyos ancianos han alquilado un espacio sin contarles, evidentemente, sus intenciones. En el momento en que éstos las descubren, durante el rodaje, recuperan unos instintos olvidados que marcarán el destino de todos ellos. No es, por supuesto, un argumento especialmente original. Sin embargo, Ti West enriquece el argumento en base a diversas estrategias.

En primer lugar, el enfrentamiento entre la pareja que aporta la técnica cinematográfica y el resto de la troupe porno, contraponiendo la voluntad del director de hacer una película “como las francesas”, con puesta en escena y montaje inclusive, con la del productor y actrices que le ignoran por completo. Será precisamente el momento en que la sonidista, pareja del director, cambia de bando para hacer de actriz y follar con otros cuando el equilibrio entre el grupo y los ancianos se rompa. No hay coartada posible. Godard se va a la mierda mientras se desencadena el apocalipsis.

La planificación de West no deja cabos sueltos. La morbosidad del espectador arranca ya con una escena de crimen dónde la policía ve con turbación el resultado de una masacre, a la que seguirá el flash back que constituye el resto de la cinta. La llegada a la granja viene anticipada por un accidente en el que se ha despedazado una vaca en la carretera y dónde aparecen los mismos agentes. El rodaje, con un sexo alternando entre mecánico y hedonista, se alterna con las inquietantes deambulaciones de los ancianos, Howard y Maxine, cada uno por su lado, en torno al edificio dónde tiene lugar la filmación. Finalmente, las escenas de los diversos asesinatos son envueltas de una tensión in crescendo hasta su inevitable y esperado clímax, con variedad de suertes y no poca ironía en algunos de ellos.

X

En paralelo, y constituyendo el punto más interesante de la obra por el desarrollo de personajes y situaciones, West enriquece el perfil de la pareja que habita el siniestro rancho. Lejos de ser unas víctimas carentes de personalidad cinematográfica, engrosarán las listas de villanos memorables. Los jóvenes, en su cutre capitalismo, no dejan de ser la comunidad que en los setenta sacudió una América profunda anclada en un mundo agrícola empobrecido y extremadamente conservador. Mientras su televisor reproduce en bucle sermones de telepredicadores que alertan de la perversión social y llaman a la lucha contra el pecado, Howard es un personaje desconfiado que acecha a sus visitantes, a la par que es menospreciado por ellos, lo que no hará si incrementar su odio y ansias de una venganza originada no tanto en el enfrentamiento entre personas sino entre concepciones de la vida. Pearl, es una anciana que añora un supuesto pasado de bailarina y todavía desea sexualmente a su pareja. Las escenas más perturbadoras de la cinta no serán tanto losenfrentamientos mortales que tendrán lugar como las secuencias protagonizadas por ella. En un doblete mágico (Mia Goth, encarnando a ambos personajes) Pearl cuenta a Maxine un pasado de éxitos mientras admira su belleza y su juventud. En la mejor escena de la película, avanzada la tragedia, inflamada de pasión, Pearl consuma su deseo con Howard en los mismos espacios en que antes se rodara la cinta porno, tratando de sentirse, con jadeos y orgasmo, con las jóvenes, mientras Maxine es testigo involuntario y aterrorizado del acto.

Irónicamente, es este último polvo el que sellará el destino de los tres personajes y, también, el que vincula en cierto modo a las dos protagonistas por sus ambiciones y deseo de supervivencia.

Pearl

Una intensa paleta de colores, con una granja rodeada de verdes prados, y unos créditos de antaño nos retrotraen a la época de los años dorados de Hollywood. La aparición de la jovencita Pearl, en su mono azul, soñando con triunfar como bailarina y hablando con los animales del establo, nos remite directamente a Judy Garland y a las películas juveniles de la Metro, aunque posteriormente nos sitúe en el ámbito de los melodramas de Sirk.

Pearl, la anciana amargada de X, es, en su adolescencia de ensoñación y progresivamente pesadillesca, la mismísima Mia Goth, la Maxine de X (y, si todo va bien, la protagonista de la secuela, MaXXXine), una actriz que se metamorfosea de modo tan creíble como jovencita como lo fuera como la joven actriz porno o la anciana rencorosa. Pearl es también el feliz producto de la complicidad entre actriz y director que dio pie a tan particular precuela. Y Pearl es, dejémoslo claro, inherente a la anterior, elevando la película de la categoría de destacable a imprescindible para los seguidores del género. Así pues, el díptico no sólo elabora a la perfección el personaje que evoluciona en esta cinta de joven ilusionada a desequilibrada psicópata sino que establece algunos vínculos entre la trama de ambas.

Pearl

Pearl sueña con debutar en el teatro y será el baño de realidad que le propina el jurado de la audición (severo como el de Got talent), interrumpiendo una interpretación muy parca de baile que en su imaginación se acompaña de la coreografía de un cuerpo de baile en uniforme militar y un fondo bélico, el que la desequilibrará por completo (y dónde se comprende que lo contado en el futuro por ella a la joven Maxine no es más que una mentira o una ilusión). En X, será el contacto con el rodaje (aún antes de conocer la naturaleza del mismo) que inflamará sus deseos enterrados. Uno de los elementos que liberan los instintos de la adolescente en Pearl es el visionado de una cinta porno junto al proyeccionista, mientras será el rodaje de un porno el que desencadena la tragedia fatal en X. Finalmente, Ti West juega con gestos o actitudes del personaje para vincular a Pearl y Maxine, como cuando indica silencio, algo que ambas utilizan tras sendos enfrentamientos. De tal modo, Pearl no es una simple precuela sino que es un complemento que enriquece a X y permite valorarlas, disfrutarlas, conjuntamente (aun cuando una se pueda visionar desconociendo totalmente la otra).

La historia de la joven Pearl, en sí misma, tiene cierto equivalente con la de Joker (id, Todd Phillips, 2019). Una joven cuyo marido cumple en el frente europeo durante la Gran Guerra, se siente encerrada en la granja familiar, con un padre incapacitado por la gripe española y una madre adusta. Convencida de ser una gran bailarina y actriz, tiene la sensación de consumirse en un mundo cuyo color le promete un destino superior al que puede tener. Ansiosa por demostrarlo, como Judy Garland o los adolescentes que poblaban las comedias juveniles de los 30 y los 40, danza ante los animales del establo en una imitación de la vida… pero algo no funciona en ella. El ganso que interrumpe su actuación lo pagará caro. Pearl es, por tanto, un personaje cuya mente distorsionada explota al contactar con la realidad desencadenando un peculiar (y local) apocalipsis. Su visionado de una cinta porno la lleva a masturbarse con un espantapájaros, curiosa referencia a El mago de Oz (The Wizard of Oz, Victor Fleming, 1939), su enfrentamiento con la madre acabará de modo poco convencional para una hija modelo en el cine hollywoodiense y el rechazo a su ansiado estrellato (de provincias) marcará consecuentemente una ruptura definitiva con la cuñada que logra el papel.

Pearl

Ti West elabora Pearl con inteligencia y fina ironía. Las muertes son limitadas y, parcialmente, en off visual. No le interesa tanto trabajar el gore, como puede hacer en X, como desarrollar el personaje y su locura en una tensión creciente. Simultáneamente, contrapone a la tensión no pocos detalles humorísticos. La elaboración del discurso final de Pearl frente a una voluntariosa y progresivamente aterrorizada Mitzy nos acerca directamente a la comedia, en el esfuerzo de la amiga por mantener la compostura ante lo que se revela (ups, demasiado tarde para ella) como una situación de alto riesgo. La organización de la mesa familiar en un grotesco y repugnante festín pone la guinda para la llegada de Howard y el fin de este capítulo de la historia.

Pearl se beneficia de la concisión de West que evita desdoblar la línea argumental o prolongar la historia innecesariamente. Y también de una actriz en estado de gracia que compone a la perfección un personaje antológico. El cierre de la cinta, con su sonrisa de complacencia contenida durante minutos mientras desfilan los créditos, contribuye a perpetuar la sensación mixta de malestar e interés por el personaje. Esperemos que West y Goth mantengan la línea con MaXXXine.