Salvo contadas excepciones, como la todavía pendiente de estreno By the Stream (2024), las primeras películas de Hong Sang-soo muestran un metraje notablemente más largo que las posteriores. La duración de los trabajos más recientes, que no acostumbra a sobrepasar los 90 minutos, podría estar relacionada con el frenético ritmo de producción que mantiene el surcoreano en los últimos tiempos, con una media de dos títulos rodados por año (hasta tres en 2017). Sin embargo, siendo un director muy prolífico desde los inicios de su carrera, On the Occasion of Remembering the Turning Gate (2002), su cuarta película, vería la luz dos años después de Virgin Stripped Bare by Her Bachelors (2000), siguiendo estas obras primigenias unos tiempos algo más pausados en su desarrollo. De igual manera su estilo también irá variando a lo largo del tiempo pese a orbitar ante ciertas constantes temáticas que configuran su particular idiosincrasia y que también aparecen aquí, como el juego con las piruetas del destino, el deseo amoroso que topa con circunstancias adversas o el elemento autorreferencial.
La puerta de la vuelta —o del retorno, según sea su traducción al castellano—, a la que alude el título, es el nombre de una construcción situada en un templo de la ciudad coreana de Chuncheon. Gyung-soo (Kim Sang-kyung), un actor que se encuentra en medio de una crisis laboral, conectará de manera circunstancial con la leyenda que existe alrededor de ella, una historia de amor imposible entre una princesa y un plebeyo, marcados por un hechizo. De alguna manera estos hechos tendrán reminiscencias en su propia historia personal a raíz del encuentro fortuito con una persona del pasado. La idea del eterno retorno y las variaciones de una misma situación forman parte indisoluble de la obra de Sang-soo, si bien en este caso la simbología de la puerta giratoria quedará matizada por la aclaración que hace Seong-wu (Kim Hak-sun), amigo del actor y narrador de la leyenda. Cuando Gyung-soo, interesándose por el tema, le pregunta si la puerta en cuestión da vueltas, él contesta: no, es una puerta normal. Lo que en apariencia es una conversación anecdótica entre amigos se impregna de sutilezas al trasladarse la idea de un destino innegociable desde la fábula hacia la realidad del presente.
El largometraje sigue una estructura dividida en dos partes cuyo eje vertebrador es el viaje de autoconocimiento del actor protagonista. Durante este proceso Gyung-soo mantendrá una relación con dos mujeres, Myung-sook (Ye Ji-won) y Seon-young (Choo Sang-mi), en lugares y situaciones muy distintas. Ambas historias resultarán en su conjunto algo incoherentes por la débil conexión que hay entre ellas, sin embargo servirán para revelar la existencia de un patrón, el de la imposibilidad del Gyung-soo para establecer un vínculo duradero, ya sea por la incomprensión que siente hacia el ser que es objeto de su deseo como por la constatación de la oportunidad perdida con el ser amado. Tal como reafirma el personaje de una vidente, su destino será el de deambular de un lado a otro. Una idea descorazonadora que encaja con el tono de melancolía y tristeza que impregna la cinta y al que se une a la dificultad para entender la verdadera motivación que mueve a los personajes. Esta falta de profundidad en la psicología de los mismos hará que el resultado final resulte algo frío y sobrio pese a la voluntad de Sang-soo por incluir toques de humor junto al contenido dramático. Sorprende el tratamiento que tienen las escenas sexuales en el film, significativamente más explícitas que en sus trabajos de madurez, donde el sexo a pesar de estar presente no se suele mostrar en imágenes y donde en muchas ocasiones la representación física del deseo entre dos seres humanos se reduce a una mirada o a un abrazo, quizá en un intento por depurar las formas y obviar lo que el espectador ya imagina que sucederá. Tampoco aparecen todavía aquí los recurrentes zooms in/out que el surcoreano incorporará más adelante en la mayoría de sus películas, convirtiendo esta técnica en parte de su sello personal. Sí que encontramos sin embargo sus reconocibles escenas rodadas en plano fijo alrededor de una conversación y unos platos de comida, acompañados siempre por vasos de soju que no tardan en vaciarse, disparando así la emocionalidad de los personajes.
Pese a no ser uno de los títulos más redondos, On the Occasion of Remembering the Turning Gate muestra ya claramente el talento de su autor y está plagada de ideas interesantes que aparecerán de manera recurrente en la obra posterior de Sang-soo.