A Simple Accident

Cannes 2025. Volumen 4

Cine político (I)

Se vieron en Cannes grandes películas y algunas fueron grandes películas de abierto cariz político. A Simple Accident (Yek tasadef sadeh, Jafar Panahi, 2025) fue la ganadora de la Palma de Oro. Agente secreto (O agente secreto, Kleber Mendonça filho, 2025) se hizo con el premio de la Crítica, el premio al mejor director en competición oficial y el premio a la mejor interpretación a Wagner Moura. Yes (Ken, Nadav Lapid, 2025), presente en la Quinzaine des Realisateurs, no tuvo premio, pero podía haberse llevado muchos, como era el caso de Two Prosecutors (Dwa procurora, Sergei Loznitsa, 2025). Jafar Panahi sumó la Palma a sendos premios por obras previas en Berlín y Venecia. Suma, por otro lado, años de rodajes clandestinos, encierros domiciliarios y privación de libertad en las cárceles del régimen iraní. Nadav Lapid y el equipo de Yes han sufrido amenazas y dificultades durante el rodaje para poder acceder al material necesario que les era restringido por orden del gobierno hebreo. Sergei Loznitsa está exiliado de Bielorrusia y, a pesar de haber rodado cintas defendiendo a Ucrania, ha sido amenazado en este país.

A Simple Accident (Jafar Panahi, 2025)

La historia de los rodajes de Panahi es equivalente en interés al de sus propias películas. Ha visto restringida su libertad de rodaje, su libertad de movilidad en el país, fuera de este ha sido condenado a encierro domiciliario y ha sido enviado a cárcel, para ser encerrado, interrogado y humillado. El círculo (2000) era la historia de la represión a diversas mujeres por parte del régimen iraní. Fuera de juego (2006) revisaba de nuevo la situación de la mujer, a la que no se permitía la entrada en estadios de fútbol. Esto no es una película (2011) era una especie de diario filmado durante el tiempo en que esperaba sentencia y estaba encerrado en su domicilio, estándole prohibido rodar películas. Taxi Teherán (2015) se rodó dentro de un vehículo, conducido por él, entrevistando a los pasajeros sobre su vida y la sociedad. La excelente Los osos no existen (2022) retrataba a un director que ejercía a distancia, desde una aldea iraní, mientras el rodaje, prohibido en su país, tenia lugar en Turquía. La cinta abordaba de modo indirecto la represión del régimen de los ayatolás a la par que contemplaba la represión interna de la sociedad rural, anclada en costumbres ancestrales. Panahi tiene mérito admirable, por su persistencia y por su capacidad de retratar de modo verídico e integral la situación social y política de su país. Pero también su obra es meritoria a nivel artístico, con una capacidad humanista notable que escapa del blanco y negro y cuenta sus historias sin estridencias, pero con lucidez. La historia de A Simple Accident evoluciona dando pie a diversos puntos de vista, ora complementarios, ora contradictorios, dando consistencia a la obra aunque evitando una conclusión total. La acción se inicia en la carretera durante la noche cuando el auto de una familia (pareja e hija menor) atropella un perro. La reparación tiene lugar en un taller alejado dónde un operario, Vahid, cree reconocer en el padre de familia al torturador que, años atrás, le asedió en la cárcel. A partir de aquí, Vahid inicia un camino de venganza, aunque, temeroso de confundirse, busca conocidos que validen su opinión. La evolución de la trama pasa de lo cotidiano (el accidente sin mayor importancia) a lo extraordinario (el enfrentamiento entre víctima y verdugo) pero, de modo inicialmente sutil, más abiertamente más adelante, el drama se troca en comedia. Hacia el final de la historia, Panahi recupera la severidad del tema y bordea la tragedia. A lo largo de la cinta, el director expone un doble conflicto. Por una parte, el más aparente. ¿El hombre secuestrado es realmente el temido torturador? Pero, más allá de la duda, de serlo… ¿acabamos con su vida ejerciendo venganza? Panahi abre puertas y ventanas y moviliza el drama a uno y otro lado siguiendo la furgoneta de Vahid, que va recogiendo adeptos en busca de venganza. No obstante, el tono se aleja de la asfixiante situación de La muerte y la doncella, la obra teatral de Ariel Dorfman, que fuera llevada al cine por Polanski (1994) en la que una mujer acoge en casa al torturador que la violó, llegado allí también por accidente. Panahi trabaja, como siempre, buscando la naturalidad, retratando lo cotidiano y lo inmediato. Los protagonistas son personas reales, no representan específicamente un grupo social o político, si bien es cierto que todos ellos parecen de clase económica baja. Posiblemente a consecuencia de la represión posterior a sus condenas. Panahi y su coguionista (también represaliado y con experiencia carcelaria prolongada) ponen en boca de las diferentes victimas los horrores de la cárcel y, progresivamente, sus puntos de vista acerca de cómo resolver el caso. ¿Debemos orientarnos a la venganza como justicia? ¿Olvidar para evitar más dolor? Por otra parte, ¿qué seguridad se tiene en cualquier caso en un régimen represivo y autoritario como el de Irán? En la rueda de prensa, Panahi comentó cómo el gobierno chiita no cesa de reprimir a la sociedad y a las mujeres en particular, pero celebró ver en la calle cómo más y más mujeres salían sin pañuelo. Aun así, el rodaje de A Simple Accident fue clandestino y no se pidió permiso a las autoridades. Buena parte de las tomas se realizaron dentro del vehículo y las que fueron en exteriores precisaron de unos vigilantes que les avisaban en caso de que se aproximaran los guardias de la revolución para (como sucedió en varias ocasiones) ocultar el material. Los actores, por su parte, fueron amenazados en diversas ocasiones, cuando se conoció que rodaban con Panahi y solo pudieron llegar a Cannes cuando se confirmó la aceptación de la película para la sección oficial del Festival, siendo autorizados a viajar in extremis. Panahi respondió a las preguntas rotundamente, dejando claro que él compartía en pantalla las inquietudes de muchos compatriotas, no considerándose diferente a ellos, y que se sentía obligado a hacer su cine, por ser aquello que sabía hacer mejor, a pesar de haber estado en la cárcel, a pesar de ponerse en riesgo de volver a ella. Y porque quiere seguir reivindicando una situación democrática para su país y sus conciudadanos, optaba por regresar a Irán. En la película, un giro inesperado obliga al grupo de captores a cambiar su orientación y, tras una noche de frenesí, tomarán una decisión. Panahi introduce una secuencia a modo de epílogo que parece acorde con las decisiones del director en cuanto ciudadano, a su reivindicación y a su intención de regresar y enfrentarse al régimen. A Simple Accident recuerda precisamente la necesidad de recordar y de adoptar una postura moral sin olvidar en momento alguno que el peligro permanece.

Mucha suerte, Jafar Panahi.