Nadie 2

Nadie 2, de Timo Tjahjanto

Un simple turista

Bob Odenkirk se vuelve a poner en el papel de Hutch Mansell, un don “nadie” con muy mala uva al que no conviene enfadar. Para esta Nadie 2, secuela dirigida por Timo Tjahjanto, el bueno de Hutch quiere descansar de tanto dar palos con unas merecidas vacaciones familiares. Por supuesto, aunque en apariencia no sea más que un simple turista a ojos ajenos, no tardará en atraer la atención de la gente equivocada.

Aunque quizás sea más adecuado decir que Hutch es el turista equivocado con el que meterse, craso error que cometerán los criminales de turno, empezando por un sheriff con cara de pocos amigos (Colin Hanks) con ecos de Acorralado (First Blood, Ted Kotcheff, 1982). Como pasara con Rambo, y como el más contemporáneo John Wick, Hutch ya demostró en la primera entrega, Nadie (Nobody, Ilya Naishuller, 2021) que tras la fachada de cotidianidad y frustración era, en realidad, una fuerza imparable con un gran dominio de las artes violentas. Con Derek Kolstad como escritor, el mismo guionista que creó John Wick y escribió las tres primeras películas de aquella saga, en Nadie se apuesta por un enfoque más desenfadado, si bien es en la secuela que nos ocupa donde se abraza sin rodeos la comedia y el disparate gana peso con respecto a cualquier trasfondo que pudiera tener la película, distanciándose por completo de los semblantes con respecto a la saga protagonizada por Keanu Reeves.

Cambia el gatito de la escena inicial de Nadie por un perro salvaje, y en lugar de encenderse un cigarrillo, Hutch utiliza el mechero para cauterizarse una herida. Esta escena ya resume con acierto la propuesta de Nadie 2, una secuela que sigue, en esencia, la misma estructura que su antecesora, pero alterando ligeramente los detalles. Con una rutina mucho más entretenida, el problema al que se enfrentan Hutch y su familia en esta ocasión es que el trabajo le ocupa demasiado tiempo. La repetición día tras día de mensajes que se disculpan y le dicen a su esposa que no llegará a la cena pasan factura y cada vez pierde más el contacto con sus hijos. Ante una relación al borde del colapso (otra vez), tocan unas merecidas vacaciones. En un cambio radical de tono, el mismo Hutch que en la primera peli parecía tan pasivo y evitaba conflictos, ahora está desatado y no se contiene, por lo que el cambio de aires no impide que la acabe liando en su nuevo retiro, cabreando a la gente que no debería del mismo modo que lo hizo con la mafia rusa. Así pues, con la ligereza más propia de una comedia se vuelve a pasar por aquellas situaciones que caracterizaron a la primera. La magnífica pelea en el bus de Nadie vuelve, esta vez en un barco adornado con un pato gigante, y la escena hasta incluye un momento de pausa en los guantazos cuando a Hutch lo echan del vehículo. Y en lugar de fortificarse en un almacén de trabajo, lo hará en un parque acuático, contando de nuevo con la ayuda de su padre (Christopher Lloyd) y su hermano (RZA).

En su condición de secuela, Nadie 2 sigue los pasos de su antecesora y en sus primeros compases remite hasta a los más mínimos detalles, como aquel camión de la basura que siempre se le escapaba o que Hutch se quedara sin café por las mañanas. La principal aportación de Tjahjanto, un experto tanto en la acción como en el terror, que cuenta con obras como The Night Comes for Us (2018) o Macabre (Rumah Dara, Timo Tjahjanto, Kimo Stamboel, 2009), se encuentra sin duda en las escenas de acción, salvajes e impactantes, alcanzando nuevas cotas de violencia que suman al disparate de la propuesta. El director indonesio encuentra la forma de dotar hasta las escenas más efímeras de suficiente personalidad, buscando la espectacularidad con breves planos secuencia y vertiginosos movimientos de cámara. Sin embargo, en la secuencia final, cuando Hutch, junto a su padre y hermano, debe resistir el asedio de un ejército armado, la película se decanta por el caos que resulta de un montaje inconexo en lugar de definir mejor la acción mediante coreografías elaboradas, convirtiéndose en un amasijo de tiroteos y explosiones que se apresuran a una resolución que podía dar mucho más de sí. La película, eso sí, no pierde en ningún momento el tono desenfadado y siempre encuentra el punto cómico a la hora de encarar las diferentes escenas, algo favorecido por la paleta de colores impuesta por el aire vacacional, con camisas hawaianas, luces que provienen de atracciones y recreativas, y colores llamativos y horteras. Más que buscar el chiste, la secuela abraza el absurdo y se lanza al disparate absoluto, contando con peleas con katanas sin venir mucho a cuento y frases lapidarias al borde del ridículo.

Nadie 2 aplica una capa de pintura vacacional sobre la misma fórmula sin llegar a aportar demasiado más allá de enfatizar la comedia, optando por un divertimento que relega el trasfondo humano a un segundo plano. Lo que tenían que ser unas vacaciones en familia acaban en una matanza contra criminales de la peor calaña, pero puede que, para una familia como los Mansell, precisamente sean esas las vacaciones que necesitan.