Agárrate el pañuelo, Tatiana (Pidae huivista kiinni, Tatjana!, 1994)

Contenida emotividad

Agárrate el pañuelo, TatianaFilmada en un sombrío blanco y negro, con muy pocos movimientos de cámara, una mirada distante que se detiene especialmente en los silencios y los tiempos muertos y dando abordaje a una historia mínima y carente de sobresaltos, debe decirse que esta película se parece, para poner un par de ejemplos, al Jarmusch más distendido como es el de Extraños en el paraíso (Stranger than paradise, 1984) o a los Stoll y Rebella más apagados como los de Whisky (ídem, 2004) y por tanto puede ser poco accesible para cierto público impaciente, y podría irritar a más de uno que no esté preparado para un Kaurismäki especialmente sosegado.

Dicho esto, también debe saberse que la película puede ser sumamente disfrutable para quien guste de este estilo particular de Kaurismäki, de sus antihéroes entrañables y su emotividad contenida. La acción tiene lugar en Finlandia a mediados de los años sesenta, y ese “agarra tu pañuelo, Tatiana” es una expresión típica de una época en que las mujeres solían sostener su permanente con una bufanda anudada al cuello cuando viajaban en motocicleta. Quizá el espíritu de las road movie sesenteras pueda entreleerse entonces en este título, pero como veremos, la película dista en forma alevosa y deliberada de la rebeldía y la irreverencia propia del período.

Valto (Mato Valtonen) es un costurero de pocas palabras que convive con una madre dominante, y Reino (Matti Pellonpää), un mecánico irritable y poco prolijo. Valto toma cantidades industriales de café, Reino, cantidades industriales de vodka. Llama la atención como algunos  personajes de Kaurismäki, a pesar de beber alcohol en forma desmedida, jamás dan señales de borrachera, y esto demuestra, quizá mejor que ningún otro detalle, la fuerza de la autorrepresión con la que deben convivir a diario, y por lo cual se ven privados de expresar adecuadamente sus sentimientos.

Ambos personajes son individuos poco dados a las relaciones interpersonales, y tienen en común el estar hartos de la monotonía de sus vidas. Sin mediar una explicación emprenden un viaje en automóvil sin un destino en particular, y, lo mejor que les podía ocurrir, les ocurre. La estoniana Tatjana y la rusa Klavdia (Kati Outinen y Kirsi Tykkyläinen), que a pesar de encontrarse a años luz de los parámetros estéticos dominantes son casi como dos miss universo para el mundo de Kaurismäki, les piden que les den aventón hasta el puerto y ellos aceptan, aunque sin dar ninguna muestra de entusiasmo.

Lo que se empezará a denotar en este encuentro es la enorme dificultad de ambos protagonistas para comunicarse con el sexo opuesto. Reino, quien dirigiéndose a Valto no paraba de hablar, ahora dice muy poca cosa, lo que deja en evidencia su nerviosismo en la situación. Valto nunca habló mucho y menos ahora, y de hecho la única palabra que le dirige a las mujeres es “¡café!”. Pero a pesar de ser dos tipos extremadamente toscos, Kaurismäki nos deja entrever en sus acciones que son dos seres profundamente queribles: en el momento en que Valto debe compartir su habitación de hotel con Klavdia, esta, incomodada por su silencio, le dice: “en mi tierra los hombres hablan mucho, y por la noche llevan a sus mujeres o novias a restaurantes finos”. Inmediatamente Valto despierta a Reino en la habitación contigua, para invitarlos a todos al restaurante. Ya que es incapaz de satisfacer al primero de los deseos de Klavdia, intentará compensarla con el segundo.

Sólo una hora dura esta película, y a lo largo del metraje el uso permanente de la ironía y el humor negro le da ritmo a una narración particularmente relajada. Aquí la efectividad depende de vuelta de cuán receptivo sea el espectador a esta clase de humor, y lo mismo puede entusiasmar a cierta gente como causar indiferencia a otra. Una clave importante para comprender mejor el cuadro de Agárrate el pañuelo, Tatiana es que Kaurismäki le otorga a la música una mayor relevancia, y las letras de las canciones de fondo muchas veces dan cuenta del estado mental de los personajes. Así, las letras sobre abandono o soledad son típicas en el universo de Kaurismäki. Ya que los protagonistas no son transparentes en sus sentimientos, la música puede hablar por ellos.

Si el tango y la música folclórica finlandesa dan cuenta de cierto aire melancólico, el rock expresa el ardor juvenil de los protagonistas, una energía que ellos se ven incapaces de exteriorizar. Quizá el abuso de cafeína y alcohol sea la única vía posible que encuentren estos individuos para ahogar sus frustraciones. Las mujeres, en cambio, sí son capaces de expresar sus sentimientos, así lo hagan bailando o enunciando verbalmente su aburrimiento. Tatjana es la única que finalmente tendrá la iniciativa en su aproximación a Reino, algo que él, por sí mismo, no parecía capaz de concretar.

En un excelente artículo sobre la música en la obra de Kaurismäki se traduce la canción en finlandés de la escena en la habitación del hotel en que coinciden Valto y Klavdia: (“¿Te atreves a amarme? / ¿por qué no puedes contestarme? / ¿no es feliz tu corazón cuando estás conmigo? / ¿te atreves a amarme? ¿por qué estás detrás de un muro? / ¿abandonarías mi pequeño corazón, ahora que arde por ti?”). Lamentablemente en los subtitulados rara vez se traducen las canciones de las películas, y durante el visionado de esta película unos cuantos quedamos sin enterarnos de la emotiva elocuencia de estos temas musicales.

La letra de la banda inglesa de rock The Renegades en una de las escenas finales habla por el silencio de Valto: “I´m just a redblooded boy, I can´t stop thinking ´bout girls, girls, girls!” (Sólo soy un muchacho de sangre roja / ¡no puedo parar de pensar en chicas, chicas, chicas!) segundos antes veíamos en esa misma escena a Valto rompiendo, al mejor estilo Terminator, la vidriera de un bar con su auto, y curiosamente se pueden ver en el asiento trasero a Tatjana y Klavdia, por lo que se comprende que todo es producto de la imaginación del mudo protagonista. Un personaje que, a diferencia de su compañero Reino, no pudo escapar de su estancamiento y del de su entorno inmediato, y que no le queda otra opción que volver, abatido, a su insoportable soledad.

Para quienes preferimos el cine de grandes acontecimientos y esperamos ser sorprendidos por la pantalla grande, una experiencia como Agárrate el pañuelo, Tatiana, puede no atraer demasiado nuestra atención. De todas maneras, sí creo que merece echarle una ojeada a esta película, aunque sea para sentir, por un rato, una cercanía emotiva y paradójica con personajes que de apariencia suenan glaciales y distantes.

Contraté un asesino a sueldo (I Hired a Contract Killer, 1990)