La pesadilla americana
Nightcrawler es la historia de una sabandija, de un miserable, de un tipo sin escrúpulos… En resumen, de un héroe de nuestro tiempo. Jake Gyllenhaal compone un papel antológico en una cinta que resulta desasosegante no tanto por un final que tal vez no sea tan frecuente como por una historia que posiblemente sea más próxima a la realidad de lo que podemos creer. La historia de Louis Bloom no es la de un ciudadano cualquiera; pero tal vez no sea única e irrepetible. Es la demostración, en la cara oscura, de que el sueño americano es posible. Si te empeñas en ello, el triunfo está al alcance de cualquier ciudadano independientemente de sexo, raza o condición. Louis Bloom es un delincuente de poca monta que sobrevive como puede hasta que da con la oportunidad de su vida. Conocedor de la alta remuneración dada a quien aporta imágenes de sucesos al telenoticias de primera hora, Bloom se dedica a rastrear estas noticias, primero, a registrarlas saltando las más elementales normas éticas más adelante y, finalmente, a provocarlas. El ascenso de Bloom va paralelo (se nutre) del estancamiento profesional de Nina Romino (Rene Russo), una madura productora de televisión que se está viendo desplazada por las cadenas rivales y que precisa este material como el aire que respira. Nina no duda en rechazar a Bloom, inicialmente, a utilizarlo más adelante y, finalmente, a depender de él dada su posición de debilidad.
Sabemos poco de Dan Gilroy, su director, más que ha sido guionista de, entre otras películas, El legado de Bourne (The Bourne Legacy, Tony Gilroy, 2012). Pero no es mala pista. Su hermano ha sido guionista de la saga Bourne, guionista y director de Michael Clayton (íd., 2007) (interpretada por otros notorios liberales como Clooney y producida por él y Pollack) y Duplicity (íd., 2009), así como guionista de otras obras que miran la parte oscura de la política y los negocios de Estados Unidos, como La sombra del poder (State of Play, Kevin McDonald, 2009) y la todavía inédita High Wire Act (Brad Anderson, 2016). Su padre fue ganador del Pulitzer, su otro hermano es montador (de esta película, entre otras muchas) y su mujer es Rene Russo… el resultado, lejos de endeble, de este proyecto familiar es extremadamente sólido y revela un proyecto compartido no sólo con fe sino con gran profesionalidad.
Nightcrawler no inquieta sólo por la mirada turbia de Bloom. No sólo porque puede llegar a triunfar. Nightcrawler inquieta por la capacidad de Bloom de tirar adelante utilizando recursos que, en tantas y tantas producciones americanas, nos son ofrecidos como positivos y que aquí carecen de ética alguna. Bloom es capaz; pero a costa de los demás. Su proyecto, su producto, tiene salida; pero nadie revisa la ética de las acciones. Su discurso de marketing, aprendido, copiado, de internet suena bastante bien, para enredar a aquellos más desdichados que él. Su empresa progresa, ampliando recursos y negocio: pero sus beneficios no llegan a su único empleado, más esclavo que trabajador. Es cierto, el sueño americano es posible; pero es una pesadilla. Tal vez no nos demos cuenta pero tenemos más de un Bloom a nuestro alrededor. Y eso produce escalofríos.