Top 2021 – 5. La ruleta de la fortuna y la fantasía (Gûzen to sôzô), de Ryûsuke Hamaguchi

La ruleta de la fortuna y la fantasíaEntre las dos magistrales obras de 2021 que han terminado de consagrar en el Olimpo cinéfilo a Ryûsuke Hamaguchi, y con Drive My Car pendiente de revisión, confieso mi debilidad por La ruleta de la fortuna y la fantasía, que ante la elaborada precisión de la otra corre el riesgo de pasar por un entremés sin demasiadas pretensiones. Ayuda el hecho de estar compuesta por tres segmentos de muy pocas escenas cada uno y de lucir un acabado técnico de relativo desaliño, pero en su capacidad para penetrar en los personajes a pesar de las limitaciones de metraje y en su transparencia formal radica buena parte de su encanto. Además, las rimas que formulan las diferentes historias entre sí acaban dando un sentido unitario a todo el film.

Son tres relatos con elementos de azar que hablan de romances, que reformulan la posibilidad de los mismos. En el primero, titulado Magia (o algo menos cierto), Tsugumi le refiere a su amiga Meiko la cita romántica que tuvo con Kazuaki, de quien se ha enamorado. Meiko se da cuenta de que está hablando de su antiguo novio y decide visitarle para provocarle y confrontar sus sentimientos, antes de que todo se resuelva cuando coinciden los tres en un café. En el segundo episodio, La puerta abierta, Nao es una joven esposa y madre que mantiene una relación sexual con Sasaki, estudiante compañero de campus, quien la convence para seducir al profesor de francés Segawa como venganza por haberle suspendido. En el último segmento, llamado Una vez más, Natsuko asiste a una reunión de antiguas alumnas con la esperanza de encontrar a una compañera que fue su gran amor perdido, y cuando ya está de camino a la estación para marcharse, cree cruzársela en la persona de Aya, una mujer casada, quien a su vez ha confundido a Natsuko con una antigua compañera con la que solía tocar el piano. El equívoco dura hasta que llegan a casa de Aya, pero sin embargo ambas acuerdan interpretar los roles de esas antiguas amistades.

La ruleta de la fortuna y la fantasía

En todas las historias, que tienden a la triangulación entre dos personajes presentes y uno ausente, hay una tensión entre una relación sentimental relatada, en pasado y fuera de campo, y la que se cuece en presente ante nuestros ojos, que nunca es del todo explícita. O más bien, su cualidad explícita parece un juego que en el fondo no lo es tanto.

Si ya la primera cita entre Tsugumi y Kazuaki la conocemos por boca de ella contada a Meiko, la escena central entre Meiko y Kazuaki rememora un pasado de infidelidades y frustraciones, pero también remueve un amor que sigue vivo en presente a pesar de que parezca tratado por Meiko como un juguete de sus celos y veleidades destructivas. En el segundo episodio, la relación pasada y en fuera de campo es en realidad una ficción, la que ha escrito el profesor Segawa en su premiada novela y de la que Nao le lee provocadoramente un episodio de particular erotismo. Si el objetivo, luego confesado, era seducirle como mero instrumento de venganza (en una actitud tentadora análoga a la que Meiko somete a Kazuaki), es fácil sospechar que ella se siente cada vez más atraída por Segawa y que ese intento de seducción acaba siendo genuino. Y no sólo genuino, sino exitoso, ya que el profesor parece fascinado por ella pero incapaz de quebrantar unas reglas que se sintetizan en esa puerta permanentemente abierta de su despacho, una fijación que podría sugerir a su vez otra relación (en pasado y fuera de campo) de la que habría salido escaldado. En la tercera historia es donde esta dinámica resulta más cristalina, ya que el añorado amor adolescente de Natsuko se nos revela a través del equívoco encuentro con Aya, y se intentan resolver las frustraciones pasadas con un juego de roles deliberado que da salida a la creciente simpatía, y quizás algo más, que sienten las dos mujeres entre sí.

El film se muestra así deliciosamente lúdico, enriquecido por varios detalles memorables. Como esa transición entre los dos posibles finales de Magia (o algo menos cierto) a través de un zoom-in sobre el rostro de Meiko cubierto por sus manos y el subsiguiente zoom-out que nos devuelve a un instante previo de la escena, un extraordinario gesto formal y narrativo de desarmante sencillez que por cierto evoca el cine de Hong Sang-soo, con quien Hamaguchi demuestra en esta obra cierta afinidad. Como el juego con la puerta abierta del homónimo episodio, y en particular el momento en que Nao está leyendo el pasaje erótico y con toda malicia cierra esa puerta sin que en principio Segawa se oponga, de manera que cuando se levanta y se dirige hacia Nao podría pensarse que pretende un acercamiento físico que en realidad sólo tiene como objetivo volver a abrirla. Y luego sabremos por qué no ha protestado de viva voz, al contrario que la primera vez que ella trata de cerrarla: simplemente no quiere interrumpir una lectura que le tiene fascinado, lo que nos confirma el hecho de que, cuando ella le confiesa haber grabado traicioneramente el encuentro, él reaccione alborozado ante la posibilidad de poder atesorar lo que para él ha sido un momento mágico. Puro jugueteo de Hamaguchi. En Una vez más podríamos hablar de las escaleras mecánicas, donde se cruzan por primera vez los personajes y creen reconocerse, para volver sobre sus pasos y cruzarse en dirección contraria. Más tarde sirve como punto de partida de una de las escenificaciones que realizan las dos mujeres y finalmente Aya las vuelve a bajar y subir para correr tras Natsuko y abrazarse a ella.

La ligereza del film, alimentada por todos estos detalles, no es óbice para convocar unos personajes complejos que arrastran profundas frustraciones. Todas las protagonistas principales tienen un punto trágico, ya que han perdido a su gran amor. En el caso de Meiko, se podría entender ese primer final del relato como una ensoñación, una confesión imaginada de su verdadero amor por Kazuaki, que ya no puede recuperar. Nao parece una mujer derrotada al comenzar el epílogo de La puerta abierta, ya que una confusión en el envío de la conversación grabada con Segawa vía e-mail ha provocado que el marido se haya divorciado de ella y que el profesor perdiera su trabajo y desapareciera (otro personaje potencialmente trágico en fuera de campo), malográndose cualquier posibilidad de abundar en esa posible relación. Natsuko por su parte confiesa su infelicidad y el permanente remordimiento por no haber luchado para conservar su antigua relación amorosa. Y también Aya es un personaje frustrado, atrapada en un matrimonio cuyo sustento sentimental se ha revelado falso, curiosamente también debido a un e-mail recibido por la persona equivocada.

La ruleta de la fortuna y la fantasía

Pero Hamaguchi entiende el periplo vital de sus personajes como una acumulación de frustraciones vitales que es necesario procesar y superar, que van construyendo una experiencia emocional que nunca debe ser castrante. A Meiko le reserva una cierta liberación física, salida a la calle después de tres escenas de interiores, elevando la cámara al cielo en el último plano como si fuera una forma de tomar aire. Por su parte, Nao recupera a la postre cierto control en ese epílogo con Sasaki, retomando la iniciativa en el ámbito que sabemos le apasiona, el sexual. Y Natsuko y Aya se reconfortan mutuamente en el maravilloso tercer episodio de la película, y de paso nos reconfortan a los espectadores con un destilado de genuina emoción como casi ningún título ha sido capaz de provocar en esta temporada cinematográfica.

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