El concepto de maldad incide en la parte oscura del ser humano, en aquellos aspectos destructivos e inmorales que reconocemos como propios pero que muchas veces ocultamos o intentamos negar. Es por ello que la representación en la gran pantalla de lo vil, lo perverso, provoca repulsión y atracción, impulsos que conectan de inmediato con lo visceral. En It follows (David Robert Mitchell, 2014) el mal era algo opresivo, invisible y contagioso. Cuando acecha la maldad (Demián Rugna, 2023) comparte con ella la idea de la transmisión. Si en el primer caso ésta tenía lugar a través del contacto sexual —lo que podía funcionar como metáfora de las ETS—, en la película de Rugna el embichado, un cuerpo enfermo a todos los efectos, actúa como elemento primigenio de la propagación y utiliza como vehículos a los seres más vulnerables por antonomasia: los niños y los animales.
Ambientada en un entorno rural solitario, dos toscos hermanos, interpretados por Ezequiel Rodríguez y Demián Salomón, una suerte de alter ego de aquellos que poblaban la Galicia de As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022), descubren el cadáver desmembrado de un hombre en una zona cercana a la casa en la que habitan. En su intento por esclarecer las circunstancias de una muerte de la que la propia policía se desentiende, descubrirán que ésta se relaciona con un caso de posesión diabólica, lo que en aquellos lares se conoce como un individuo encarnado o embichado. La solución para enfrentar esa fuerza maligna pasará por seguir al pie de la letra una serie de reglas adscritas a la tradición de la zona y que operan al margen de la lógica, como son, entre otras, evitar la luz eléctrica o el uso de armas de fuego. A medida que cierta información se va desvelando la película parece discurrir en dos planos: uno físico que muestra de manera explícita y salvaje las consecuencias de la propagación de la maldad sobre los seres vivos y otro abstracto o metafórico que sitúa el foco del horror en las ciudades, en la civilización. De alguna manera los habitantes del campo parecen ser fugitivos que quisieron romper el vínculo con el resto de seres humanos y buscar refugio en la naturaleza. Sin embargo, al igual que en su anterior película, Aterrados (2017), Rugna introduce la idea de un mal absoluto para el que no hay cobijo ni escapatoria. En varios momentos de la película se alude a esta sensación de desamparo afirmando que el tiempo de las iglesias se terminó. En el imaginario del director argentino parece haber espacio para Satán, pero no para Dios.
El film logra adentrarnos en una realidad de atmósfera densa y mitología propia. Rugna se introduce en el folk horror a golpe de violencia extrema tanto física como psicológica y nos deja algunas imágenes impactantes para el recuerdo. El pulso narrativo y la tensión generada a lo largo de la película son brillantes, sin embargo el tramo final añade muchas explicaciones, rompiendo en cierta manera el aura de misterio de la primera parte. A nivel personal, Aterrados me resultó más inquietante y sorprendente, sin embargo Cuando acecha la maldad confirma el talento de su director como un maestro del terror al que seguir de cerca. La película fue galardonada con el premio al mejor largometraje en la pasada edición del Festival de Sitges.