Top 2023 – 7. El sol del futuro, de Nanni Moretti

El sol de la alegría

El sol del futuroAlgunos directores se embeben de sí mismos y cuando hacen cine acerca del cine sólo vemos puro ombliguismo [1]. En el caso de Nanni Moretti, pese a su egocentrismo, su cine tiene, en general, la capacidad entrópica de desarrollarse en múltiples direcciones. Tras la dramática Tres pisos (Tre piani, 2021), El sol del futuro recupera imágenes, temas y el tono jocoso presente en Caro diario (1993) y en Abril (Aprile, 1998). La cinta arranca con un grupo de personajes que pintan, con habilidades circenses y coreográficas, un graffiti en los muros del Tíber, que intuímos político y que acaba siendo… El sol dell’avvenire, el título de la cinta. A partir de ahí, la película alterna dos realidades. El día a día de Giovanni, director de cine, con sus conflictos personales con su pareja y sus conflictos profesionales o sus cábalas éticas sobre la expresión del séptimo arte, por una parte. Por otra, la trama de la cinta que Giovanni rueda, sobre una familia comunista que vive personalmente la crisis del PCI ante la invasión rusa de Hungría en los años cincuenta.

Moretti desarrolla con habilidad las dos tramas, estableciendo un paralelismo entre Giovanni, cuya obcecación egocéntrica le lleva a criticar el resto del mundo, y el PCI, cuyos dirigentes fueron incapaces de condenar la invasión soviética. El argumento de la película de Giovanni, presa de su rigidez moral, le lleva a un callejón sin salida, puesto que los actores no se sienten a gusto con el oscuro final que planea su director. Simultáneamente, Giovanni ve cómo su mujer le abandona tras años de ser ninguneada y marginada por él a una posición secundaria, a nivel familiar, profesional y emocional.  

El sol del futuro

Lejos de lo que podría creerse, sin embargo, y como avanza su propio título, El sol del futuro es una película luminosa, voluntariosamente alegre y optimista. Moretti, actor (como Allen, actor) desarrolla una caracterización, un personaje lleno de manías, inseguro, ansioso, hipercrítico y moralmente estricto (para con los demás) y ridículamente autoreferencial. Es un alter ego que posiblemente tiene mucho de sí mismo dado que ya aparecía en las referidas Caro diario y Abril, sendas obras autobiográficas. En este caso Giovanni, yendo más allá de las amenazas verbales de Moretti hacia Henry, retrato de un asesino (Henry: Portrait of a Serial Killer, John McNaughton, 1986) y a los críticos que defendían la película, o sus pesadillas tras el visionado de Días extraños (Strange Days, Kathryn Bigelow, 1995), en la primera y segunda película respectivamente, irrumpe en el rodaje de un actioner paralizando la escena final, con dos actores “congelados” en pleno ajusticiamiento, para tratar de convencer al joven director (como Moretti hacía con Danielle Luccheti en Abril), a la productora (Paola, su propia esposa), a los inversores coreanos y al equipo entero de que el plano del asesinato era estéticamente inerte y moralmente inadecuado, llegando al punto de simular una llamada a Marty Scorsese para discutir el tema con él. Ni que decir tiene que la resolución de la prolongada e hilarante secuencia revela la inutilidad de una argumentación que tiene más de autojustificación que de razonamiento estético.

Finalmente, Moretti concede a Giovanni una opción de cambio. Un cambio que no es una concesión a la banalidad ni una frivolización de la mirada hacia el conflicto político. Si la vida es dura, aun si nos golpea, siempre podemos gozar del arte, del amor y de la amistad. Y si Giovanni modifica el final de su historia (asumiendo que no puede cambiar la Historia), Nanni recupera su ilusión (repetidamente expresada en Abril e ilustrada en su simpática escena final) de hacer un musical. El pastelero trotskista ya cerraba aquella película en una coreografía encantadora. Ahora Moretti recurre hábilmente durante todo el metraje al uso de diversas canciones populares italianas para puntuar diversas escenas, reforzando trama o imágenes, hasta culminar en sendas secuencias. En una de ellas, Giovanni, desesperado ante las dudas sobre su situación personal y sobre el desarrollo de la cinta, empieza a bailar al son de Battiato (Voglio vederti danzare), llevando al equipo de rodaje a un baile coral. En la escena final, siguiendo el compás musical, Giovanni/Nanni echa a andar, con orgullo, con optimismo e ilusión, hacia adelante, en una marcha a la que se añaden tantos y tantos compañeros y colaboradores del realizador, hacia un futuro mejor.

[1] Es una delicia ver cómo se celebra con alegría el cine en las películas estrenadas durante 2023, tanto en esta película (con referencias a productores corruptos como el divertido personaje encarnado por Amalric, con citas a Fellini u otras obras como El nadador), en todas las referencias presentes en Fallen Leaves (Aki Kaurismäki, 2023) o en las elaboradas y juguetonas revisiones hitchkockianas que incluyen Decision to Leave (Park Chan-wook, 2022) o Die theorie von allem (The Universal Theory, Timm Kröger, 2023).

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