Imaginary, de Jeff Wadlow

Un reloj estropeado

ImaginaryLa nueva película de Jeff Wadlow bajo el paraguas de la Blumhouse tenía buenas posibilidades sobre el papel: una historia de terror sobre un amigo imaginario con cuerpo de entrañable osito de peluche. Pero lo cierto es que la Blumhouse lleva un tiempo sobreproduciendo y las consecuencias son evidentes, ahí están La piscina o El exorcista: Creyente para atestiguarlo. Imaginary va un paso más allá. Imaginary es un auténtico despropósito de principio a fin. No es algo que debiera sorprenderme: El hecho de que Jeff Wadlow sea también el responsable de la execrable Fantasy Island me ponía sobre aviso, pero dicen, y estoy de acuerdo, que la esperanza es lo último que se pierde. La secuencia inicial, al margen del diseño de una gigante criatura arácnida que ataca a la protagonista, no augura nada bueno con sus sustos anunciados a bombo y platillo por una estruendosa banda sonora y, triste es decirlo, muy acorde a los actuales estándares del género. Esta siniestra persecución a la que es sometida Jessica (DeWanda Wise), no será otra cosa que la enésima repetición de una pesadilla, algo que nos será transmitido claramente en el subsiguiente diálogo de alcoba, tan sobreexplicativo como en general todas las presentaciones de los personajes que se suceden a continuación.

Pero ni siquiera esas introducciones tan insultantes para el intelecto del espectador, ni la inclusión de temas como el abuso infantil tratados de puntillas, diríase con desgana, como tirando la piedra y escondiendo la mano, ni los diálogos que podría escribir mejor una inteligencia artificial, ni los personajes que desaparecen (lo del marido yéndose «de gira» a la media hora para volver en el epílogo es glorioso: un personaje totalmente prescindible que sin embargo, existe) son lo peor del guion. Sabemos que hay trucos lícitos y otros que no lo son tanto, pero lo de esta película está claramente a otro nivel. Ignorar completamente el punto de vista narrativo con el fin de epatar al público es algo que uno tiende a pensar que a día de hoy, con los espectadores ya más que educados en el medio cinematográfico, está erradicado, que quien más y quien menos basa sus giros en ocultar cierta información o en exponer un punto de vista parcial, haciendo creer al respetable lo que cree algún personaje, pero no en hacerle adoptar el punto de vista de alguien cuando este no está presente en la escena. Me da la sensación de que cuando David Simon dijo aquello de que se joda el espectador medio no se refería exactamente a esto.

Imaginary

Y es una lástima porque no todo es una desgracia en Imaginary, la dimensión paralela nacida de la imaginación colectiva de los niños es uno de esos lugares sobrenaturales del fantástico que nos hace pensar, a pesar de la sobresaturación digital, que la película podria llegar a alguna parte, a partir de su aparición en el tramo final del metraje. No era difícil ir de menos a más, en cualquier caso. Están esas figuras oscuras semiocultas y repartidas por algunos planos (similar a lo que hacía Mike Flanagan en La maldición de Hill House), sin golpe de efecto que las anuncie, si la ves, bien por ti (qué representan o por qué están ahí, ¿eso a quien le importa?); Una muerte bastante divertida (creo que la única de la película, lo que también es un claro defecto); Tampoco me disgusta ese monstruo final, a pesar de sus deudas de diseño con Five Nights at Freddy’s, o un par de sustos que no están mal planificados (me gusta el del pasillo y el cordel, con esa pegadiza musiquilla de Chauncey), lo que viene a corroborar aquello de que hasta un reloj estropeado da bien la hora un par de veces al día.

El exorcista: Creyente, de David Gordon Green

Five Nights at Freddy’s, de Emma Tammi

Insidious: La puerta roja, de Patrick Wilson