La última película de Park Chan-wook llegó a Barcelona liderando la programación de la décima edición del Asian Film Fest (2022), festival de cine asiático que se celebra en la ciudad condal durante el mes de noviembre. Es por eso que muchos la incluyeron en sus listas de mejores películas del 2022, ya que también pudo verse en Cannes (mayo) y la SEMINCI (octubre). Sin embargo, no llegó comercialmente a nuestras salas hasta finales de enero, fatídica fecha de estreno para este momento del año, cuando todos nos ponemos a hacer memoria de nuestra particular colección de visionados y, ya sea por el tiempo transcurrido desde entonces o por la cantidad de buenas películas que nos ha brindado el 2023, puede que haya pasado más desapercibida de lo que cabría esperar. No obstante, los colaboradores de Miradas de Cine sí que la han tenido en cuenta y han colado Decision to Leave entre las diez películas más votadas.
El aclamado director surcoreano se ha movido siempre como pez en el agua por casi todos los géneros: desde el thriller psicológico que vertebra la trilogía de la venganza, hasta la dramedy de Soy un cyborg (2006), pasando por las historias de vampiros de Thirst (2009) o incluso atreviéndose con el formato serial en La chica del tambor (2018). En Decision to Leave entrecruza el thriller policial con el melodrama romántico, elaborando una historia de amor imposible que poco tiene que ver con el despliegue erótico y violento de La doncella (2016). Aquí nos topamos con la típica pareja de detectives —el experto junto a su discípulo— que investigan la muerte de un hombre que se ha caído por un precipicio. ¿O quizá ha sido arrojado? La viuda del fallecido, quien asegura que su marido se ha suicidado, pronto se convertirá en la máxima sospechosa. Entre el policía y la joven china se generará un juego de seducción incontrolable que germina durante el primer interrogatorio, en el que compartirán un apetitoso plato de sushi entre miradas que rozan lo obsceno y sutiles sonrisas que se esconden tras el gesto riguroso de ambos.
El film resulta un ejercicio de estilo sublime. Es cierto que Park Chan-wook es un maestro del montaje, pero en su último trabajo se centra en perfeccionar el significado visual de las transiciones, la naturaleza fluida de los espacios y la intercalación frenética entre historias. El punto de vista cambia constantemente y el protagonista es capaz de habitar escenas en las que a priori ni siquiera participa, alimentando las diferentes hipótesis sobre el caso que investiga. Los constantes saltos temporales y espaciales pueden dificultar la comprensión total en un primer visionado, pero a su vez dotan al largometraje de un ritmo trepidante, cuya guinda del pastel se encuentra en la música, compuesta por Jo Yeong-wook, quien ha acompañado al cineasta en gran parte de su filmografía.