Eli Roth adapta para la gran pantalla la saga de videojuegos Borderlands, franquicia que se caracteriza por su sentido del humor gamberro, un mundo abierto repleto de personajes de lo más peculiares y un apartado visual llamativo con Mad Max como principal influencia. Los videojuegos consiguieron crear su propia estética en base al diseño único de los centenares de armas que hay disponibles, de los múltiples enemigos, ya sean monstruos salvajes o los psicópatas que deambulan por el mundo, y de los mencionados personajes que resultan icónicos e inconfundibles, muchos de los cuales tendrán una aparición en la peli, como el vendedor de armas Marcus o Mad Moxxi (interpretada por Gina Gershon para la gran pantalla), la dueña de varios locales en el mundo de Borderlands.
Aunque la saga de videojuegos cuenta con una historia, la película solo la utiliza de base para reescribir un argumento propio en el que no faltarán los elementos reconocibles para los fans, pero que se desvincula en busca de otras narrativas más convencionales. El peso narrativo recae en Lillith, interpretada por Cate Blanchett, una cazarrecompensas a la que contratan para “rescatar” a Tina Chiquitina (Ariana Greenblat), una joven obsesionada con los explosivos. En el proceso, Lillith se encontrará con otros personajes reconocibles, sacados de las diferentes entregas de la saga de videojuegos, como son el soldado Roland (un descafeinado Kevin Hart), la doctora Tannis (Jamie Lee Curtis), el psicópata Krieg (Florian Munteanu) y, como no, el robot bailarín y sobre entusiasta Claptrap, cuya voz la pone Jack Black. Aunque estos tengan planes muy distintos para Tina, Lillith se verá obligada a unirse a todos ellos formando un extraño grupo que deberá sobrevivir y buscarse la vida para encontrar y hacerse con el contenido de la legendaria Cámara.
No se puede decir que Borderlands sepa sacar provecho de la fuente de la que bebe. En esencia, no es más que una película de aventuras de sencilla estructura cuya prioridad es buscar el estímulo inmediato sin prestar demasiada atención al argumento. La trama se desarrolla rápida y superficialmente, dejando caer algún que otro indicio sobre un trasfondo que va más allá de los tiros y los chistes fáciles, pero que nunca llega a explotarse. La única historia que parece tener importancia es la de Lillith y su dilema interno entre seguir con su encargo o negarse a cumplirlo, un interrogante que se intensifica a medida que la caza recompensas descubre más de sus extraños compañeros y, al mismo tiempo, de su pasado. La clara protagonista, además, destaca muy por encima del resto del reparto gracias a la presencia de Blanchett en pantalla (y el peinado que se marca en esta peli), que no solo dota al personaje de su particular carisma, si no que es la que mejor funciona en su papel, a excepción quizás de Jack Black y su Claptrap. Aunque solo sea la voz, Black le da vida a uno de los personajes más queridos de los videojuegos (y también odiado, puede ser un tanto repelente el puñetero), y los momentos más divertidos de la película los consigue Claptrap con su incesante necesitad de soltar siempre su comentario de turno.
Lo que mejor funciona en Borderlands es el apartado visual, que simula con acierto el de su antecesores virtuales. El diseño de los escenarios mezcla el aspecto tan propio de los cómics con los mundos más decadentes de la ciencia ficción y los personajes son tan llamativos como en los juegos, además de perfectamente reconocibles. La acción no ofrece demasiado, pero resulta entretenida desde su caótica ejecución y ofrece a los personajes mostrar sus habilidades (aunque sin destacar demasiado) cuando se encuentran en apuros. Cada miembro del grupo tiene su estilo propio a la hora de enfrentarse a los enemigos, ya sea a tiros o a base de mamporros, y en estos detalles el filme consigue dotar de personalidad propia a cada personaje, aunque las coreografías resulten un tanto insulsas. Con todo, el sentido del humor mantiene estas escenas entretenidas y, ocasionalmente, las situaciones límite pueden resultar emocionantes.
El que fuera el director de Hostel (2005) o la más reciente Black Friday (2023) deja la sangre a un lado y trae una propuesta de un carácter más infantil e inocente. Basándose en los famosos videojuegos, plasma la estética que tanto los caracteriza y da vida a reconocibles personajes de la saga, aunque algunos con más acierto que otros. Con el tono de humor desenfadado de la fuente de la que bebe, la película Borderlands es, en definitiva, una película de aventuras cargada de acción y toques de humor. Una adaptación más de los videojuegos a la gran pantalla que no va más allá de ser un producto sencillo y sin demasiadas pretensiones.