Fuerza mayor, de Ruben Östlund
Fuerza mayor

Resumen 2015. TOP 8

Ruben Östlund es un incordio. Rompe el mundo que te gusta. Es un grano en el culo de tu inmovilismo cultural e ideológico. Te putea, te preocupa, se ríe de ti y de tus mierdas. No respeta que de pronto tenga que haber un giro para que todo esté bien y salgas del cine y el ceviche no se te atragante. Es como Haneke pero sin Haneke. Es como una luz al final del túnel que te enseña que el puto túnel eres tú y tu vida.  Es el eructo de nuestra conciencia desabrigada y vulnerable. Desprotegida e imbatible. Fuerza mayor (Turist, 2014) es la confirmación de un autor que ya se había confirmado en su primera película, su prueba de fuego, su espaldarazo internacional, su llamada a la atención difusa y complaciente. El momento crucial para un artista de ponerse en boca de todos, de ser trending topic, candidato a los oscars (aunque al final no), convertirse en autor popular y controvertido. Y lo hace con una fascinante fábula contemporánea contenida y mordaz, poliforme en su fondo, profundísima en sus formas, respetuosa y coherente con su obra y su autor. Los planos amplios desde atrás de gente que anda hacia delante. La pulcritud enfermiza de los sentimientos primitivos pero protocolarios. Su cuarta película habla de la duda, de los roles, de los relojes que marcan nuestro posicionamiento en el mundo tanta laboral como familiarmente. Del egoísmo, del egocentrismo, de la egolatría, del ego, de la egofonía muda de nuestro papel social. Su cuarta película duda de todo eso y nos hace compartir una comedia amarga sobre el resquebrajamiento del sistema, de la fragilidad de nuestras creencias, del machismo de los animales. Sobre nuestra insoportable levedad de estar.

Fuerza mayor