Lo político en España (televisión). Parte V

5. Televisión

Si hablamos de política y su plasmación en imágenes, no podemos sustraernos al ámbito televisivo, absolutamente fundamental —más que el cine— para conformar opinión pública, muy especialmente desde su masificación. Aunque no ha dado grandes obras cualitativamente, resulta muy interesante fijarse en los temas tratados y en la evolución de la perspectiva política. Paralelamente a lo ocurrido en el cine, ha experimentado una impresionante eclosión en los últimos quince años y, singularmente, en el último lustro. Lógicamente, también encontramos singularidades propias del medio.

La primera de estas singularidades es la cesura que se produce entre los comienzos de la televisión, exclusivamente en manos estatales, y el momento en que aparecen las cadenas privadas, con lo que eso supone en el ámbito de la competencia por las audiencias, el sesgo ideológico y la multiplicación de contenidos. Aplicado a lo sociopolítico, además, esta cesura coincide con lo que, en el ámbito cinematográfico, he denominado «nuevo ciclo», pues la primera serie televisiva de estas características no aparece hasta 2001, inmersos ya en la segunda legislatura del PP, con mayoría absoluta. Pero vayamos por orden.

Lorca, muerte de un poeta (1987)

Entre la primera serie con claro interés político —Diego Acevedo (TVE, 1966), sobre la Guerra de Independencia— y la última del periodo de televisión estatal —El mundo de Juan Lobón (TVE, 1989), ambientada en la posguerra— podemos encontrar los mismos temas que trató el cine en esos mismos periodos. La citada serie de 1966 es la única del periodo franquista, aunque tiene más contenido histórico que político, y anticipa el interés sostenido por la Guerra de la Independencia en diferentes épocas: Los desastres de la guerra (TVE, 1985) y Dos de mayo, la libertad de una nación (Telemadrid, 2008). Ya en democracia, la Guerra Civil, como en el cine, fue la gran protagonista de las ficciones televisivas: El balcón abierto (TVE, 1984), telefilme sobre Federico García Lorca, Verano del 36 (TVE, 1986), Lorca, muerte de un poeta (TVE, 1987), Los jinetes del Alba (TVE, 1990) y Plaza de España (TVE, 2011); dentro de lo que hemos denominado ciclo Guerra Civil/posguerra/franquismo también caben El Lute (TVE, 1987-1988) —serie de cinco capítulos montada a partir de las películas de Vicente Aranda— y El mar y el tiempo (TVE, 1987-1988). Antes de 1989, cuando nacen las cadenas privadas, solo podemos destacar otras dos series, una de ellas centrada en el ámbito internacional (I Guerra Mundial), Mino, el pequeño soldado (TVE, 1986), y dos que tratan otro de los temas favoritos del cine, el contexto de la crisis política de la Restauración, Proceso a Mariana Pineda (TVE, 1984) y Clase media (TVE, 1987).

Ya en marcha las cadenas privadas, hubo un periodo (1989-2001) en el que por diversas razones (las dos más importantes, seguramente, la incapacidad financiera para sacar adelante ficciones de producción propia y el poco interés en tratar temas espinosos para la sociedad española), se pudieron ver muy pocas series políticas en TVE, dos de ellas sobre temas internacionales —Sandino (1990), en torno al líder nicaragüense, y El teniente Lorena (1991), sobre el fin de la monarquía portuguesa—, y otras dos sobre la Guerra Civil: La banda de Pérez (1997) y Miguel Hernández. Viento del pueblo (2001).

Política española televisión

Clara Campoamor, la mujer olvidada (2011)

La primera serie política del nuevo ciclo, Moncloa, ¿dígame? (T5, 2001), sirve para expresar paradigmáticamente el renovado interés por las interioridades de la política que marcará los últimos quince años en el cine y la televisión españoles. Eso no excluye, como ya hemos visto en lo cinematográfico, el interés por viejos temas. La Guerra Civil permanecerá en productos como Temps de silenci (TV3, 2001-2002) —larga serie donde tiene relevancia la sociedad catalana—, pero el gran protagonismo será para el periodo de la dictadura, visto siempre desde una perspectiva sentimental y amable, en ocasiones legitimadora, como observamos en dos de las series más populares de la historia de la televisión española, Cuéntame cómo pasó (TVE, 2001-2016) —cuyo éxito llevó a prolongar la ficción hasta la llegada de la democracia— y Amar en tiempos revueltos (TVE, 2005-2012), con su secuela Amar es para siempre (A3, 2013-2016); también se trata el tema del franquismo, desde otras ópticas, en 20-N: los últimos días de Franco (A3, 2008), Carta a Eva (TVE, 2013), Niños robados (T5, 2013), Velvet (A3, 2014-2016), El Caso: Crónica de sucesos (TVE, 2016), La sonata del silencio (TVE, 2016) y la propuesta biográfica sobre Ramón Serrano Suñer Lo que escondían sus ojos (T5, 2016). Otros productos tratan temas tangenciales a estos o que tienen alguna especificidad interesante, como Vientos de agua (T5, 2006), que se centra en el fenómeno de la migración entre Argentina y España, en 1934 de ida y en 2001 de vuelta; Clara Campoamor, la mujer olvidada (TVE, 2011), una miniserie que se adapta al interés por personajes históricos, en este caso de la época republicana; o Víctor Ros (TVE, 2015-2016) que, a través de una trama policíaca, presenta algunos de los acontecimientos políticos importantes del siglo XIX en España, como el desarrollo del anarquismo o el asesinato de Cánovas del Castillo.

Uno de los temas centrales en torno a la política reciente está formado por las series relacionadas con la Transición y con la Casa Real, en ambos casos claramente legitimadoras del statu quo y con ánimo de convertirse en la versión oficial de los hechos, en la «verdad histórica». El ciclo comenzó con Generación dF (después de Franco) (A3, 2008), que trataba sobre el futuro del país según los crecidos ya en democracia, pero adquirió popularidad con las dos miniseries sobre el 23-F: 23-F: el día más difícil del Rey (TVE, 2009) y 23-F: historia de una traición (A3, 2009). La Transición sigue estando en el centro de atención hasta nuestras fechas, en productos como Adolfo Suárez, el presidente (A3, 2010) o El asesinato de Carrero Blanco (TVE, 2012), que también toca el tema de ETA, menos habitual en el ámbito televisivo que en el cinematográfico, aunque lo encontramos en Futuro: 48 horas (A3, 2008), sobre el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco, y en Una bala para el Rey (A3, 2009), miniserie sobre la preparación del atentado contra Juan Carlos I. Precisamente, este es el primero de los múltiples acercamientos a la Casa Real, que tuvo su eclosión durante 2010 y que ha continuado en productos de baja calidad y casi siempre legitimadores: Alfonso, el príncipe maldito (T5, 2010), Sofía (A3, 2010), Felipe y Letizia (T5, 2010) y El Rey (T5, 2014); relacionadas con la Casa Real pero casi más en consonancia con la prensa rosa, cabe citar las dos partes de la miniserie sobre la Duquesa de Alba, La Duquesa (T5, 2010-2011) y La Duquesa II (T5, 2011).

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Crematorio (2009)

El resto de la ficción televisiva de este periodo entra de lleno en lo que he denominado ciclo sobre nueva política, en tres campos diferentes: el que presta atención a la actualidad política democrática, el que tiene que ver con la corrupción y el que se fija en el ámbito internacional. En este último, cabe destacar Alakrana (T5, 2010), sobre la lucha contra la piratería en alta mar, El ángel de Budapest (TVE, 2011), sobre el nazismo, Operación Jaque (TVE, 2011), que reconstruye el secuestro de Ingrid Betancourt por parte de las FARC, Los nuestros (T5, 2015), sobre dos miembros de un equipo de operaciones especiales del ejército español que son secuestrados por terroristas salafistas en Mali, y Refugiados (La Sexta, 2015), que aborda el tema de la migración desde una original perspectiva de ciencia-ficción. La corrupción, dado su componente sensacionalista, ha sido más tratada en televisión que en el cine, como se puede comprobar en El Bloke. Coslada cero (TVE, 2009), sobre el ex jefe de policía del municipio madrileño; Crematorio (Canal Plus, 2011), que trata la corrupción ligada al urbanismo —en lo que es, probablemente, la mejor ficción política de la historia audiovisual española—; Operación Malaya (TVE, 2011), en torno a lo ocurrido en Marbella; Mario Conde: los días de gloria (T5, 2013), sobre el caso del banquero condenado a prisión (en otro ejemplo de la querencia por las biografías de urgencia de personajes contemporáneos); La embajada (A3, 2016), una interesante propuesta —magníficamente interpretada— que amplía mucho el debate social sobre la corrupción, incluyendo la necesidad de dudar entre la apariencia y la realidad; y El príncipe (T5, 2014-2016), que tiene entre sus temas una red de corrupción policial en Ceuta con la lucha contra el terrorismo yihadista como telón de fondo. Finalmente, centradas en realidades políticas concretas propias del periodo democrático, es necesario recordar El tránsfuga (A3, 2003), sobre el transfuguismo en los partidos políticos; Mónica (FORTA, 2003), sobre el caso de la concejal socialista Nevenka Fernández; Chapapote… o no (FORTA, 2005), telefilme sobre la catástrofe del Prestige; Voces contra la globalización (TVE, 2006-2007), serie documental de denuncia sobre el modelo económico imperante, causante de la crisis económica; y 11-M, para que nadie lo olvide (Telecinco, 2011), miniserie sobre el atentado terrorista más grave de la historia de España.

En el ámbito de las series más orientadas a lo social que a lo político podríamos destacar Allí abajo (A3, 2015-2016), que se pretendía prolongación de la película Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez-Lázaro, 2014), a modo de un conjunto de chistes sobre vascos y andaluces, que en el cine tuvo su continuación en Ocho apellidos catalanes (Emilio Martínez-Lázaro, 2015), donde los chistes pasaron a ser de catalanes y andaluces. Algo parecido, tanto por querer ser reflejo de la sociedad contemporánea como por provenir de una película, sería Buscando el norte (A3, 2016), inspirada en el filme Perdiendo el norte (Nacho G. Velilla, 2015). Para terminar, merece la pena destacar El ministerio del tiempo (TVE-Netflix, 2015-2017), por la originalidad de la propuesta (el Gobierno español crea un ministerio secreto que permite viajar en el tiempo, en dependencia directa de Presidencia), y porque su argumento permite «visitar» acontecimientos sociales y políticos, nacionales e internacionales, de lo más diverso (la Guerra de la Independencia, la reunión de Franco y Hitler en Hendaya, la Guerra Civil, la repatriación del Guernica de Picasso por parte del Gobierno de Calvo-Sotelo, la influencia del presidente Adolfo Suárez, la Guerra de Filipinas o la Constitución de 1812).

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El ministerio del tiempo (2015-2017)

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