Después de American Gigolo, Schrader vuelve a contar con Giorgio Moroder para la banda sonora, y cuando se habla de Moroder se habla de un sonido y de una época: sintetizadores ochenteros, victoria casi asegurada. Si además cambiamos a un sosete Richard Gere por el siempre magnético Malcolm McDowell y una Nastassja Kinski en un papel dual que enfrenta su sensualidad (no hay más que ver la escena donde seduce a John) con una inocencia virginal, el triunfo no puede sino confirmarse. El beso de la pantera es una adaptación libre del Cat People de Tourneur a la que remite de forma directa en varios momentos (las escenas de la cafetería y la piscina; el primer contacto en el zoo), con menos ambigüedad (el maravilloso prólogo y la escena donde Paul explica sus orígenes comunes con Irena), pero no exenta de sutileza. Lo que en el film de 1942 era puro suspense aquí se transforma en cine de terror con toques de erotismo (la secuencia en la que Irena y Oliver tienen sexo por segunda vez es memorable al respecto), algún brote gore, destellos sanguinolentos y una secuencia de transformación aparentemente deudora de Un hombre lobo americano en Londres, del año anterior, y en cualquier caso ochentera (nuevamente aparece el término) y para bien. Aquí la historia acontece en Nueva Orleans, tierra con un folklore bien arraigado donde encaja bien una historia de transformaciones animales como esta que en el film de Tourneur se desarrollaba en la siempre cinematográfica Nueva York. Cat People (Putting Out Fire), la canción que apareció en Let’s Dance (David Bowie, 1983) en realidad era una regrabación del tema compuesto para la película (con música de Moroder y una letra del autor de Diamond Dogs inspirada en las imágenes), que pone el broche perfecto a un remake que no supera al original ni falta que le hace. Se trata de una cosa distinta y muy recomendable, perfectamente alineada con su espíritu, efectivamente, ochentero.
Mishima (Mishima: A Life in Four Chapters, 1985), de Paul Schrader