El guion se llamaba originalmente Born in the USA y Schrader se lo pasó algunos años antes a Bruce Springsteen, suponemos que para que interpretase el papel de Michael J. Fox. Esto nunca sucedió, pero el Boss, quizá para saldar la deuda moral por secuestrar el nombre que dio a luz el álbum que le lanzó a la fama, compuso el tema que da título al film (Rock Star en España, que siempre va por libre en estas cosas). La que lo interpreta es la protagonista, una Joan Jett que da el tipo dentro (esto ya se sabía) y fuera del escenario, a la que prácticamente basta esa voz aguardentosa o cazallera que difícilmente podrá suplir cualquier doblaje, por bueno que sea, para construir su personaje de hija díscola y madre soltera. Patti (la citada cantante de los Runaways) y Joe (un Michael J. Fox que venía de rodar sus dos mayores hits, Regreso al futuro y Teen Wolf) viven en una familia calvinista (una vez más Schrader escribe de lo que conoce) con una figura materna (Gena Rowlands) para quien la religión es lo más importante, y como dijo Siniestro Total, así empiezan las peleas. Al margen de la banda de rock que forma con su hermana, Joe trabaja en una fábrica de coches que podría ser la de Blue Collar. La película se desarrolla en una ciudad industrial como es Cleveland, que junto con la familia forman un entorno opresivo (en particular para Patti). Así, lo que inicialmente parece un drama industrial como el del primer film de Schrader y después, sin solución de continuidad, una de esas epopeyas de auge, caída y resurrección, pasa a transformarse en un drama familiar de tintes bergmanianos (pero el tinte ya se sabe, termina por desaparecer) que termina resultando algo intensito, pasando de los garitos heavys ochenteros (aunque alguno parezca más un baile de graduación) y unas actuaciones que brillan con luz propia (a Michael J. Fox le gusta la guitarra, está claro), a discusiones de salón subidas de tono pero siempre mediadas por Joe, lo que quita mucho hierro al asunto, desesperantes salas de espera y camas de hospital conciliatorias que hacen que la balanza se incline hacia el lado amable y no al desgarrador. Una rara avis dentro de la filmografía de Schrader, cuyo interés radica principalmente en la figura de Jett, todo un personaje.
Patty Hearst (1988), de Paul Schrader
Mishima (Mishima: A Life in Four Chapters, 1985), de Paul Schrader