Onoda, 10.000 noches en la jungla, de Arthur Harari

OnodaHiroo Onoda no se enteró, no quiso enterarse, del final de la Segunda Guerra Mundial y siguió con una particular batalla local hostigando a los campesinos filipinos y patrullando por la selva de la isla de Lubang hasta 1974 cuando un aventurero japonés consiguió sacarle de su mundo.

10.000 noches en la jungla, apostilla el título. La película de Arthur Harari quiera imitar la prolongada epopeya con una duración de cerca de tres horas… pero la duración no basta para transmitir la situación. Onoda, cuenta la película, fue seleccionado por su capacidad de supervivencia (no se explica el porqué de tal justificación) para seguir un entrenamiento especial y desarrollar una guerra de guerrillas en la selva que incluye tácticas de camuflaje, reacción rápida en situaciones límite y uso de mínimos recursos. Enviado a una isla filipina sin que su misión fuera explicada a los superiores allí apostados, permanece con un pequeño grupo en el momento en que llegan los americanos y hay una desbandada nipona.  A partir de allí, Onoda decide permanecer siguiendo órdenes con un trío de soldados más.

Onoda, la película, presenta bien al personaje principal, a su obsesión por cumplir la única regla que le fue impuesta (permanecer) y las peripecias que corrió en casi tres décadas de aislamiento. La representación del esfuerzo, el sudor, la suciedad y la demacración son bien mostradas en pantalla. Hay secuencias notables como aquellas en que Onoda y Kozuka dejan volar la imaginación, evitando creer los avisos recibidos acerca del final de la guerra; o la póstuma, cuando a un tranquilo momento en el arroyo le sucede un enfrentamiento entre ambos por la desaparición de un arma, fruto del cansancio y la repetición de actividades.

Onoda

Sin embargo, las tres horas de duración no consiguen transmitir mucho más. Poco sabemos de los tres compañeros de aventuras, sucesivamente desaparecidos de modo distinto. Y ahí, ay, es inevitable establecer comparaciones. En El crepúsculo del mundo (Blackie Books, 2021) Werner Herzog cuenta aproximadamente la misma historia en un libre que puede leerse en menos de dos horas. Evidentemente, Onoda era un personaje que atraía a un autor que había relatado la historia de un hombre que subió un barco por una montaña amazónica, de una joven que sobrevivió a un accidente en la selva o de un alpinista que escalara el Cerro Torre. Consiguió encontrarse con el auténtico Onoda y recogió lo esencial de su narración en el libro. Allí, aparte de la obsesiva ritualidad militar de Onoda, describe al apocado Akatsu, al ingenioso Shimada y al fiel Kozuka, explicando el cómo y por qué se incorporaron al pequeño grupo y las características de cada uno. Comenta también las obsesiones de Onoda y, también, sus paranoias, como la verificación a lo largo de las semanas de si un chicle permanece en el mismo lugar y si alguno de sus acompañantes puede haberlo masticado… El tema no es la duración, sino qué haces con ella. Onoda, 10.000 noches en la jungla hace una crónica completa de la peripecia de Onoda (tal vez superior en algunos detalles al texto, posiblemente libre, de Herzog) pero, en el momento en que sale de la selva nos damos cuenta de que tres horas no han facilitado emoción ni información suficientes para sentir (más que entender) qué significaba cumplir las órdenes y aislarse del mundo entero.