Las personas vivimos en cuatro dimensiones, pero solo podemos desplazarnos con libertad por tres ejes del espacio, por el mundo tridimensional que podemos ver. La cuarta dimensión es el tiempo, la cual avanza con constancia y no tenemos control de su variación, pero es la que permite la libertad sobre las otras tres. En Interstellar (2014), los personajes dicen estar recibiendo ayuda de unos seres de los que no saben nada, de “ellos”. Estos seres habitan una quinta dimensión, desconocida para nosotros, y pueden desplazarse libremente en un espacio con cuatro dimensiones. Para “ellos”, el tiempo solo es un eje más a su disposición por donde moverse libremente y hay un quinto eje, sea el que sea, el que permanece fijo. Desde su perspectiva de director, Christopher Nolan es para sus películas este ser que observa la narrativa desde la quinta dimensión. Su ventajosa posición le da poder sobre las cuatro dimensiones en las que viven los personajes, incluida la del eje temporal, el cual manipula a su voluntad en busca tanto de nuevas formas de contar historias como de nuevas historias que contar.
Formas de contar historias: el tiempo como herramienta formal
Para Nolan no existe un antes ni un después. Es como si dispusiera de grabaciones caseras de las que elimina cualquier tipo de etiqueta que indiquen la fecha u orden en que fueron grabadas, reduciéndolas a una serie de acontecimientos aleatorios conectados entre sí únicamente por el contenido que revelan. Así, el director escoge el orden en el que mostrar dichas grabaciones en función de la información que proporcionan y construye no solo una historia, sino una forma de contarla. En Memento (2000) seguimos a Leonard Shelby (Guy Pearce), un hombre que no es capaz de generar nuevos recuerdos, lo que le provoca una constante confusión sobre su entorno y situación cada vez que se reinicia su memoria. Para transmitir sus vivencias, el director británico coge los recuerdos fragmentados de Shelby y los coloca en orden inverso, situando al espectador en la misma posición que el torturado protagonista. Una historia relatada al revés que poco a poco desentraña sus misterios y desvela el camino que ha seguido Shelby para llegar hasta la imagen mostrada al inicio del filme. Además, a lo largo del metraje se intercalan escenas en blanco y negro que pertenecen a otra línea temporal, añadiendo una capa más a la desconstrucción de los recuerdos del protagonista.
Memento no es la única vez que Nolan manipula el orden en el que mostrar los acontecimientos, adelantando información que cobrará sentido más adelante. Volviendo al ejemplo de Interstellar, el filme inicia con lo que parecen entrevistas a personas de avanzada edad que nos cuentan cómo es la vida en la tierra invadida por el polvo, lo que nos sitúa en el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos del filme. Sin embargo, no será hasta el final cuando vuelven a aparecer estas entrevistas, revelando que se tratan de una suerte de registro histórico. Los humanos, gracias al viaje de Joseph Cooper (Matthew McConaughey), deciden emigrar a un nuevo planeta donde vivir y rememoran los últimos días en la tierra con estas entrevistas. De este modo, Nolan nos expone el problema que motiva a Joseph Cooper a explorar el espacio con una grabación que surge del éxito del viaje de Cooper, un paralelismo con los mensajes que el propio protagonista se mandará a sí mismo a través del tiempo sin saberlo. Este tipo de premoniciones también aparecen en otras obras de Nolan: en Origen (2010) vemos a un desgastado Cobb (Leonardo DiCaprio) reunirse con Saito (Ken Watanabe) en el limbo y El Truco Final (2006) empieza con un misterioso plano repleto de sombreros de copa desperdigados por el suelo.
Después del plano de los sombreros, El Truco Final comienza con repentina brusquedad, con Robert Angier (Hugh Jackman) muriendo ahogado y Alfred Borden (Christian Bale) siendo encarcelado. Desde su celda, Borden leerá el diario del fallecido, lo que disparará un flashback que explicará la historia de Angier antes del inicio de la película. A su vez, por redundante que suene, Angier invierte parte del flashback en leer el diario de Borden que se remonta aún más atrás en el tiempo, creando así un segundo flashback y separando la narración en tres líneas temporales diferentes. En el lenguaje cinematográfico es habitual usar el montaje paralelo para separar el espacio y mostrar lo que sucede en un momento determinado desde diferentes puntos de vista. Nolan, desde la quinta dimensión, también crea una separación temporal y permite que las tres líneas avancen simultáneamente mediante este recurso del montaje. Un relato recursivo que Borden pone en marcha al leer el diario de Angier, y avanzar en la lectura permite continuar la historia del flashback en el cual, a su vez, se descubre paulatinamente lo que Borden cuenta en su diario.
Nolan lleva un paso más allá la separación temporal mediante el montaje paralelo en Dunkerque (2017). Esta historia bélica cuenta la angustiosa evacuación de las tropas aliadas que, ante el ataque del ejército alemán, quedaron arrinconadas en las playas de Francia. Un argumento sencillo pero que, buscando una narración distinta, el director británico separa en tres puntos de vista independientes, cada uno con su propia posición espacial y temporal respecto al momento de la evacuación: los soldados en la tierra a una semana de la evacuación, los barcos en el mar a un día y los aviones en el aire a una hora. Como en El Truco Final, las tres historias avanzan simultáneamente, cada una por su cuenta, hasta converger en espacio y tiempo en la recta final del filme, mostrando la ansiada huida de los soldados desde las tres perspectivas.
Historias que contar: el tiempo como elemento narrativo
Además de modificar el orden en que mostrar los sucesos de una película, Christopher Nolan a menudo permite alteraciones en la dimensión temporal de la diégesis fílmica, creando así nuevas historias que contar. Si pensamos en Tenet (2020), teniendo en cuenta la complejidad que se le atribuye por parte del público, esta tiene en realidad un desarrollo sorprendentemente lineal. Sin embargo, el propio argumento se basa en un concepto que influye directamente en el transcurso temporal de la narración. El filme propone la existencia de tecnología que permite que el tiempo vaya hacia atrás para ciertos objetos y personas. Dicho de otro modo, invertir la dirección en la que avanza el eje del tiempo, la cuarta dimensión. Es así como Nolan construye una película de espías donde las intrigas y los engaños disponen de una nueva capa de profundidad, obligando a The Protagonist (John David Washington) a adaptarse a las nuevas posibilidades que ofrece el desplazamiento temporal. En la batalla de la recta final del filme Nolan vuelve a recurrir al montaje paralelo para separar líneas temporales, esta vez para alternar entre dos personajes que avanzan en direcciones opuestas en el eje temporal: The Protagonist, quien avanza hacia adelante, y Neil (Robert Pattinson), cuyo eje temporal está invertido. Si la estructura narrativa de Memento proponía contar una historia al revés, en Tenet será el propio protagonista quien viaje hacia atrás en la película.
Otro paralelismo son los sueños dentro de los sueños de Origen, que recuerdan a la recursividad de los diarios en El Truco Final. El montaje paralelo (otra vez) permite el avance simultáneo de las diferentes capas. Sin embargo, aquí la peculiaridad es que en cada nivel el tiempo se dilata con respecto a la capa superior que le precede, difuminando cada vez más la frontera entre lo soñado y lo real. De este modo, a medida que se acumulan los sueños, los sueños más cercanos a la realidad se ralentizan y avanzan más lentamente, hasta el punto de tener una furgoneta cayendo a cámara lente durante casi media hora de película. Uno de los personajes pasará toda una vida en la capa más profunda, el limbo, pero en las capas superiores solo transcurren unos minutos.
Esta idea de alterar la velocidad del tiempo nos lleva de nuevo a la odisea espacial de Interstellar, volviendo atrás al ejemplo que ha iniciado este texto. Interstellar supone la incursión de Christopher Nolan en la física relativista, algo que no podía faltar en la filmografía de un director que muestra tanto interés por el tiempo. Similar a lo que ocurre en las diferentes capas de sueños en Origen, la velocidad temporal se altera para el astronauta Cooper en función de su cercanía a un agujero negro, provocando que su percepción del tiempo difiera del de la Tierra. De este modo, tras la breve pero ya mítica expedición en el planeta con las olas gigantes, Cooper y Amelia Brand (Anne Hathaway) vuelven a la nave para descubrir que, en lo que han sido apenas unas horas para ellos, fuera del planeta han transcurrido decenas de años. Cooper contempla entre lágrimas un mensaje en vídeo en el que su hija Murph, la cual era una niña cuando él se fue, ya ha crecido hasta convertirse en una mujer adulta esperando a que su padre vuelva. Sin duda una de las escenas más lacrimógenas de la filmografía del director británico. Finalmente, llevando un paso más allá la maleabilidad del eje temporal, Christopher Nolan permitirá que Cooper se asome a su perspectiva de creador y culminará el viaje del astronauta en una representación visual y adaptada de la quinta dimensión. Desde aquí, Cooper presenciará múltiples instancias del cuarto de su hija, cada una situada en diferentes momentos del tiempo. De este modo el astronauta tendrá la capacidad de desplazarse con libertad a través del eje temporal, lo que le permitirá comunicarse con su hija y hasta consigo mismo a través del tiempo. Así se descubre que, del mismo modo que las entrevistas que arrancan la película, algunos acontecimientos al inicio del filme se deben a las acciones de Cooper en el futuro.
Este breve repaso del uso del tiempo en algunas de sus películas y los ejemplos ilustrados lo dejan claro. Para Christopher Nolan, de la quinta dimensión, no hay pasado, presente ni futuro. La dimensión del tiempo está plenamente a su disposición para deformarla, alterarla y desordenarla con el fin de innovar y sorprender en lo que mejor hace, contar historias.