Conversation with Fritz Lang (1975)

Una reveladora lección de cine

Conversation with Fritz LangLa entrevista que William Friedkin realizó en los comienzos de su carrera a su admirado Fritz Lang, tras el éxito de El Exorcista (1973) —y posterior también a la subvalorada joya Los chicos de la banda (1970)— tiene poco que ver con la que concedió Fritz Lang a su amigo Jean-Luc Godard en El dinosaurio y el bebé (1967) unos años antes.

Y es que mientras una responde con amabilidad y reciprocidad a una conversación amena e íntima entre dos colegas que se admiran mutuamente, la que nos ocupa es una suerte de monólogo en la que el director entrevistado se enfrasca en sus propias historias haciendo caso omiso y/o despreciando las preguntas de su interlocutor (se rebate continuamente las preguntas del entrevistador William Friedkin) para desarrollar su propio discurso ya que pronto nos percatamos que su máximo propósito es ensalzar y embellecer la realidad de varios pasajes de su vida con exageraciones y elementos añadidos más propios de sus películas que de la realidad acontecida.

De hecho hay varios biógrafos que atestiguan el enaltecimiento constante en esta entrevista del que fue considerado líder del cine alemán en sus inicios en Decla Bioscop con Erich Pommer con películas de la talla de M, el vampiro de Dusseldorf (1931) en la que recalca que no trata de asesinos individuales sino del mal social-social evils —en sus propias palabras— o El Dr Mabuse (1922) que metaforizaba su crítica al nazismo y a los camisas amarillas donde el ciudadano promedio debe destruir las autoridades que ha creado. Ya en USA con Furia (1936), simboliza sus problemas con el III Reich y el nazismo de Goebbels, y relata en esta parte de la entrevista su huida a Bélgica por su miedo al arresto. Más tarde renegará también de sus grandes producciones como Metropolis (1927), porque quería haber hecho algo personal como M, de la que más tarde, por cierto, no estaba muy orgulloso pese a ser una de sus mejores películas… pero esa es otra historia…

Conversation with Fritz Lang

Es indudable su valía como narrador de historias, pero en esta entrevista descubrimos un Fritz Lang más contradictorio y controvertido, convertido en un ser megalómano en el ocaso de su existencia. Sin embargo, visto su mayor defecto, la vanidad, no por ello dejamos de disfrutar de sus virtudes, entre ellas la más importante es escuchar a un director de los grandes como Fritz Lang dando lecciones de cine, relatando sus vaivenes y piedras en el camino pero que, a pesar de todo, ama profundamente el celuloide. Delata así su pasión por contar historias sobre el mal que habita en el ser humano, sin minusvalorar al espectador, que se vuelve su colaborador, el cual completa sus películas con su visionado. Ejemplo perfecto de este respeto a su público es cuando filma el crimen más atroz, perpetrado por un asesino de niños (un genial Peter Lorre) y no se ve directamente, sino fuera de campo, sin mostrar la violencia explícita, con elegancia formal que no hace sino acrecentar el terror sugerido.

A pesar de que el mismo  Fritz Lang afirmaba que odiaba dar entrevistas —explicaba él mismo que si un cineasta hace una película y no expresa lo que él quiere decir y tiene que dar una entrevista para explicarla no debería hacer películas— sino que la película debe hablar por él. Pues bien, William Friedkin, el entrevistador, tiene aquí la suficiente humildad como para escuchar al maestro y aprender de él sin ambages, sin cortes, sin censura, en un filme de aprendizaje que le marcará en su cinematografía posterior, dedicada también a desentrañar el lado oscuro del ser humano. De hecho reveló en Fotogramas que «entrevistar a Lang fue difícil. La charla fue muy reveladora, me alegro de haberla hecho. A él no le gustaban sus producciones alemanas, sus obras maestras como M, el vampiro de Düsseldorf o Metrópolis, prefería las que había hecho en Hollywood. No sé por qué.»

Carga maldita (Sorcerer, 1977)