Joshua Oppenheimer

Entrevista Joshua Oppenheimer

En la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián tuvimos la oportunidad de compartir una mesa redonda junto al director estadounidense-británico Joshua Oppenheimer y compañeros de otros medios para intercambiar impresiones sobre su nuevo largometraje musical The End, recientemente estrenado en las salas españolas y que cuenta en su reparto con Tilda Swinton, Michael Shannon y George MacKay. La historia de una familia que habita un búnker, situada en un futuro post apocalíptico, está inspirada en la propia experiencia del director tras entrevistar a una familia de millonarios que planeaba la construcción de este tipo de refugio para preservar su seguridad en un futuro que consideran amenazador.

Según explicaba Oppenheimer:

Cuando visitamos el búnker con el petróleo, con los oligarcas y su familia, la visita estuvo marcada por los silencios. No hablaban de ninguna de las preguntas urgentes y obvias. Por ejemplo, ¿cómo lidiarían con el remordimiento que podrían sentir por haber contribuido al colapso ambiental del cual estarían huyendo?, ¿Cómo enfrentarían, a largo plazo, las decisiones sobre a quién no llevar con ellos porque se dijeron a sí mismos que había una capacidad limitada?, ¿Cómo empezarían a cuestionarse si se mintieron a sí mismos sobre cuántas personas podían llevar en función de su comodidad?, ¿Sería más cómodo o más fácil si no llevaban a su madre?, ¿Cómo continuaría su vida cuando llevaran consigo todas las pinturas y símbolos de riqueza que ahora significan tanto para ellos pero que se transformarían por completo al entrar en ese abismo de sin sentido? Y no podían hablar de nada de esto. Pensé que sería muy interesante hacer un documental con ellos, viviendo con esos silencios, pero la única manera en que puedo hacer esa película sería como una ficción y tuve una especie de epifanía: sería un musical.

Para profundizar más sobre esta idea y la gestación de The End, que ha visto la luz nada menos que diez años después de su último trabajo, el documental La mirada del silencio, desde Miradas preguntamos al director por sus proyectos durante este largo periodo, así como sobre el uso de la música para ayudar a explicar la historia, a lo que nos respondía lo siguiente:

Estaba desarrollando otros proyectos documentales y me tomó un tiempo pasar de que mi nuevo proyecto fuese otro documental a lo que finalmente terminó siendo. Ocurrió en torno a 2018 y fue una curva de aprendizaje enorme para mí, como empezar una segunda carrera. Ambos proyectos son cinematográficos, pero hacer una película como esta y hacer The Act of Killing y La mirada del silencio fueron procesos completamente diferentes y tenía mucho que aprender. Además, estaba trabajando en otros documentales en Groenlandia y Japón, pero la pandemia obligó a detenerlos porque ambos países se cerraron completamente. En Groenlandia porque las comunidades están tan aisladas que no podían arriesgarse a que el COVID se propagara más de lo que ya lo iba a hacer bajo condiciones de cierre total y por otro lado Japón cerró completamente sus fronteras. Mi esposo es japonés; el país no reabrió hasta el otoño de 2022. Fue en ese período donde cambié completamente de dirección. Durante la pandemia me centré por completo en The End y se convirtió en mi única prioridad hasta que la terminamos el mes pasado (Agosto 2024).

El hecho de que The End sea un musical es lo que la convierte en una película sobre la negación, la ilusión y la falsa esperanza. Si no fuese un musical creo que sería un escenario sombrío de ciencia ficción sobre una familia luchando por sobrevivir. Sería oscuro y doloroso de ver y estaría centrado específicamente en esa trama. Que sea un musical es lo que lo convierte en una meditación sobre la narración y sobre cómo la esperanza basada en cerrar los ojos y negar la realidad se compara con la esperanza genuina que anima mi cine, que es abrir los ojos, aceptar nuestros problemas, pedir perdón cuando sea necesario, ofrecer perdón siempre y, por lo tanto, poder resolver nuestros problemas antes de que sea demasiado tarde. Ese optimismo es lo que convierte el filme en una advertencia en el sentido de que puede que sea demasiado tarde para la familia en la película, pero no es demasiado tarde para nosotros en nuestras vidas privadas. O bien yendo más allá, como especie, como una familia humana más amplia.

The End está inspirado en los musicales optimistas y visionarios de Broadway. Probablemente en esos musicales de los años 50, especialmente los de Rodgers y Hammerstein, en mi opinión. Pero, por otro lado, Josh Schmidt, el compositor, tiene sus propias referencias. En esos musicales, los personajes cantan cuando el diálogo ya no puede contener su verdad, cuando tienen algo que expresar que es demasiado grande para las palabras, cantan. Así que las canciones contienen sus verdades más profundas. En The End, las canciones son maravillosamente hermosas, pero son una mentira. Y la verdad solo grita cuando dejan de cantar, cuando la melodía o la tonada que tararean para consolarse comienza a desmoronarse y colapsar bajo su propio peso, cuando empieza a sentirse falsa, incluso mientras pasa por sus labios. Y al enfrentarse a la sensación de falsedad de este último intento desesperado por tranquilizarse, a menudo dejan de cantar. Es entonces cuando la verdad grita. En The End la verdad grita, canta a través de los silencios, mientras que las propias canciones, las melodías, son a menudo ilusorias y mentiras. En ese sentido, es como la imagen negativa de esos musicales de la era dorada. Y la imagen negativa de la luz dorada es la oscuridad, así que quizás éste sea un musical de la era oscura.

Creo que las canciones también surgen de crisis de duda, momentos en que las historias que los personajes se están contando a sí mismos comienzan a desmoronarse, en gran parte por la verdad que el personaje de la chica trae a la situación. Y de estas crisis de duda, de una manera similar a alguien que ha naufragado y se aferra a pedazos de madera arrojados al mar, aferrándose a restos del barco para crear una pequeña balsa salvavidas, los personajes se aferran a melodías, se aferran a canciones para rescatarse a sí mismos. Este hecho crea un tipo de ironía dramática particular que anima todo mi trabajo, también los documentales, donde sentimos lo que los personajes están haciendo, incluso mientras empatizamos con ellos.

Estamos con ellos, pero también estamos un poco por delante de ellos. Y cuando digo que estamos con ellos es porque The End no es una sátira, no es ironía ni un uso sarcástico de la forma. Espero que las melodías que se entrelazan en filme, repetidas de una canción a otra, se vuelvan lo suficientemente pegadizas para que las tarareemos incluso inconscientemente, de modo que cuando los personajes comiencen a cantar, es decir, cuando busquen desesperadamente una nueva mentira para no ahogarse en su culpa o en su duda, entremos en su piel, cantemos con ellos, y creamos con ellos, aunque sepamos intelectualmente que ellos, y por lo tanto nosotros, nos estamos mintiendo a nosotros mismos. Así que, con suerte, la forma musical, tal como la estoy usando aquí, generará una experiencia corporal donde puedes tomar consciencia de tu propia disonancia cognitiva. Una de las primeras personas a las que le mostré la película fue el actor Benedict Cumberbatch que se conmovió mucho con la música y dijo que era radiantemente hermosa, pero luego se dio cuenta y expresó: Oh, Dios mío, es una mentira. Así que esa es la experiencia que espero que el público tenga, que se dé cuenta y piense: Esto es hermoso, realmente deseo que al personaje le vaya bien, espero que esto funcione, me hace sentir mejor tararear esta canción con ellos, pero… oh no, es una mentira. Y en ese sentido, en ese momento, que pueda sentir las terribles consecuencias del autoengaño.

La película trata sobre la construcción de la propia biografía y también sobre el hecho de que la historia la escriben los ganadores. Esto es algo que ya aparecía en el documental The Act of Killing y desde Miradas quisimos compartir esta impresión con el director para saber si se trata de un tema que le interese especialmente. Nos respondía lo siguiente:

Sí, porque ninguna historia es simplemente verdadera o falsa. Las historias moldean nuestra manera de ver el mundo, crean nuestro mundo, hacen posibles o imposibles diferentes relaciones. No se trata de que la representación sea transparente. En este caso la historia es la de una familia poderosa que vive en la impunidad. Y al mismo tiempo, es una reflexión, una meditación sobre la narración en nuestras vidas, sobre cómo todos nos contamos historias para ocultarnos ante el mundo y también ante nosotros mismos. Por otra parte, una vez que nos ocultamos de nosotros mismos ya no podemos estar, pienso, en condiciones de verdadero amor y honestidad, lo que significa que cortamos la posibilidad de tener una conexión amorosa plena. The End es una película que muestra cómo todos y cada uno de nosotros creamos excusas para aliviar nuestros remordimientos y cómo de alguna manera logramos creer en esas excusas. En otras palabras, trata sobre este poder único del ser humano —y creo que es un defecto trágico— de mentirnos a nosotros mismos. Las terribles consecuencias de esas mentiras, como en The Act of Killing y La mirada del silencio, ocurren cuando esas mentiras comienzan a desmoronarse.

The End puede verse en las salas de cine españolas desde su estreno el pasado 25 de Abril.