Una quinta portuguesa, la nueva película de la directora y guionista Avelina Prat que se estrena en cines el 9 de mayo, se proyectó en el Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi (BCN Film Fest). Allí pudimos hablar con Branka Katić, actriz serbia que forma parte del reparto de la película, quien nos cuenta las peculiaridades de rodar en un idioma que desconocía y nos da su punto de vista sobre dos temas clave tratados en el filme: el hogar y la identidad.
Antes de empezar la entrevista, me comentabas que no sabes español. ¿Cómo fue la experiencia en el rodaje?
Exacto, nunca he hablado español hasta que conseguí este papel, así que tuve que afrontar el gran desafío de aprender el idioma, aprenderme mis frases y conseguir que todo sonara natural. Como mi personaje no es español, sino de Serbia, podía tener acento. Trabajé duro durante dos meses y producción proporcionó a alguien que me diera clases, lo cual fue de gran ayuda. Después, cuando vine para el rodaje, estaba preparada. Además el equipo y la directora eran fantásticos. Me encantan las películas de Avelina, están llenas de alma, y ella es una persona muy delicada y sutil, así que fue un placer trabajar en una atmosfera calmada. Manolo Solo, que era con quien tenía la mayoría de escenas, es un actor increíble y me ayudaba mucho. Encima rodamos en la preciosa Barcelona, ¿Qué más podía pedir?
¿Ensayabais las escenas?
Hubo ensayos unas semanas antes de que tuviéramos que rodar las escenas. Vine a Barcelona para los ensayos en los que hacíamos pequeños ajustes, nos conocíamos y definíamos el tono de nuestra relación en cada escena. Me encanta que se puedan hacer ensayos, me parecen cruciales para el trabajo. En teatro por supuesto, pero también en el cine o la televisión. Veo que, cada vez con más frecuencia, ya no hay tiempo para ensayos, y no creo que eso sea bueno, porque los ensayos son la mejor forma de realmente profundizar en las relaciones y construir un universo creíble.
Sí, parece que hoy en día todo tiene que ir a toda velocidad.
Sí, realmente creo que nos estamos tirando piedras en nuestro propio tejado con el ritmo de vida actual, no me parece que nos haga bien. Todo nos pasa volando y no tenemos momentos para realmente observar el mundo a nuestro alrededor y sentir lo que deberíamos sentir. Es uno de los motivos por los que adoro las películas de Avelina, tienen una cualidad de meditación maravillosa sobre la vida, la perdida, el amor y la amistad.
¿Cómo es el proceso de construir un personaje?
Te preguntas de dónde viene el personaje, cuál es su entorno actual. Intentas encontrar a toda costa las cualidades del personaje en ti misma, porque incluso si no hemos vivido todas estas situaciones que los actores tenemos que interpretar en películas o el teatro, creo podemos extraer mucho de algún inconsciente colectivo. Para esta película en concreto, gran parte de mi trabajo era invertir dos horas cada día en mi español, aprenderme mis líneas, las de mis compañeros para saber en cada momento que está pasando. No es la primera vez que me meto en un desafío así. Por ejemplo, en una película francesa hablé francés —que ya lo había estudiado un poco, así que fue un poco más fácil para el acento—. Pero me encanta, me gustan los desafíos en la vida.
¿Y cómo encaraste tu personaje en Una quinta portuguesa?
Mi personaje es más grande que la vida. Es una luchadora, es valiente. Tengo la cualidad de un toro mecánico. Así son la gente de mi país, son muy apasionados y expresivos, y yo sigo eso. Decidí estar llena de vida, aportar algo fresco.
La película reflexiona sobre qué es nuestro hogar o nuestra identidad. ¿Qué son estos conceptos para ti?
Pues me fui de mi país cuando tenía 29 años. Desde entonces he vivido en Londres, Los Angeles, otra vez Londres, otra vez Serbia… Serbia es mi casa, pero cuando vives fuera de un lugar durante mucho tiempo, las cosas cambian. No sabría decirte qué es mi hogar. Supongo que donde estén mis hijos. Eso es un hogar, donde se encuentren las personas a las que quiero. Además, vengo de un país que sufrió una guerra horrible en los noventa, una en la que se enfrentaban personas que habían convivido juntas durante cientos de años. No me gusta cuando las personas causan divisiones, cuando creen que pertenecer a una nación les hace mejores que otros. Creo en una experiencia humana única, que todos necesitamos amar y ser amados, sentirnos útiles cuando podemos contribuir a la comunidad en la que estamos. Estoy muy triste en los tiempos que corren, porque el mundo se encuentra en un momento muy turbulento, están sucediendo tantas cosas horribles… No creo que nadie pueda estar feliz y satisfecho viviendo en el oeste de Europa cuando están pasando cosas tan espantosas en Gaza, Sudán, Ucrania. Su sufrimiento también es de todos los demás. Y sobre la identidad, ¿quiénes somos realmente? Muchas personas viven toda una vida sin saber quienes son. Pero creo que la belleza de la vida recae en que siempre se puede aprender más, experimentar y descubrir, sobre el mundo y sobre ti mismo. Y sin importar lo duro que sea lo que la vida te depare, el hecho de que la vida tiene una fuerza que te impulsa a seguir, y en esa perseverancia reside la belleza. En todas partes hay belleza, pero tienes que mirar y disfrutar.
¿Cómo te llegó el proyecto?
Me llegó a través de un fantástico director serbio que también es director de casting. Cuando me avisó del casting y vi que todo era en español, dije “¡necesitaré al menos dos semanas!”, para que pudiera aprenderme mis frases y que se asentaran en mi memoria con tal de que fuera lo más natural posible. Lo grabé en casa y lo mandé. Más tardé hablé con Avelina y me dieron el papel. Estaba muy orgullosa de mí misma.
¿Tenías un guion de la película?
Tenía una breve descripción de mi personaje y algunas de mis escenas. Luego ya me dieron el guion, vi Vasil (Avelina Prat, 2022), su película anterior, y me encantaba la idea de estar en una película que tiene tanta alma, ternura y humanidad.

