De entre todas las películas dirigidas por Paul Schrader, esta es de las más mediocres. Lo cual es sorprendente o no tanto, según se mire, atendiendo a aspectos teóricos y contextuales. Un proyecto personal pero colectivo urdido con el escritor Bret Easton Ellis y su socio el productor Braxton Pope, que pasó por distintas fases y que tuvo en el crowdfunding, vía la famosa plataforma kickstarter, la solución económica necesaria (aportando más del 60% del presupuesto), y según cuentan las informaciones oficiales, pudo costearse por el bajo sueldo ($100 la jornada) del elenco. Cinco años de lapso entre su film anterior y este, un dato circunstancial pero que refuerza la idea del compromiso para completar el film. Con un planteamiento de producción casi underground, en el que llama la atención la pareja protagonista: Lindsay Lohan, una actriz de cierto tirón comercial pero de dudosa profesionalidad (bien se airearon sus ausencias y problemas durante el rodaje; hay un Hollywood bien cruel que no tiene piedad y menos con alguien con su cronología de escándalos y problemas de adicción…); James Deen, actor porno, que por primera vez tenía un rol principal en una película de ficción (el resto parece son apariciones estelares… si se intenta buscar en la imdb es imposible de entender la lista saturada cada año de títulos de cine para adultos). Por último, aunque el texto no resulta per se especialmente atractivo sí tiene numerosos puntos de interés que concuerdan tanto con el mundo literario de Ellis (menos logrado en general de lo que podría entenderse del impacto que tuvo especialmente en los 90) como con las debilidades de Schrader: jugando a lo mismo que ellos, se podría decir que es una mezcla bastarda entre ese placer de los extraños imaginado por el director y el pijerío lleno de mierda(s) de esas reglas de la atracción que escupió con algo de talento el autor de American Pyscho. No obstante, todo esto es irrelevante. The Canyons no funciona porque, como ocurre en otras películas fallidas de Schrader, se queda en la mera (o aburrida) enunciación de ideas (problema que también se puede rastrear en Ellis) o se regocija en escenas de gran calado o relevancia en la trama (aquí por ejemplo el asesinato, una pieza atractiva pero que parece de otra historia e imaginería). Ni siquiera la estructura circular, que remite a los grandes relatos de sus mejores obras (Posibilidad de escape, Aflicción…), cuadra completamente porque ya la desconexión del relato es tal que hemos terminado, como si fuéramos uno de los personajes, enganchados al móvil… pero por lo menos leyendo la ficha del film sin entender del todo por qué se cataloga como un thriller erótico.
Caza terrorista (Dying of the Light, 2014), de Paul Schrader / Dark (2017), de Paul Schrader