En este segundo artículo sobre Novos Cinemas voy a englobar tres obras que coinciden en presentar a mujeres protagonistas con carácter, de diversas épocas, y que tienen en común su enfrentamiento a la adversidad. Las tres chocan contra un mundo con el que de una forma u otra parecen estar desconectadas. Seguramente encajaría también en esta selección El planeta, de Amalia Ulman, presentada en la sección Latexos, que Rubén Romero ya comentó a su paso por el último festival de Gijón.
Clara Sola (Nathalie Álvarez Mesen). Sección Oficial
Clara tiene una concepción diferente del mundo y de la vida. Ha vivido siempre bajo el yugo de su abuela, de la religión, ha sido criada para convertirse en una ‘emisaria’ de la virgen, para creer que puede (y hacérselo creer a los demás), entre otras muchas cosas, sanar enfermedades. Así, podremos disculpar ciertas manías, conductas, cierto comportamiento quizá infantil (a pesar de estar entrada en la cuarentena, y que por ello podría confundirse incluso con discapacidad) o quizá simplemente ignorante, compartido con un sentido místico de conexión con la naturaleza y el mundo animal y espiritual. Con ella y con su abuela vive también la futura quinceañera María, su sobrina. La unidad y la convivencia se ven distorsionadas cuando aparece Santiago a ayudar en las tareas del jardín, y a Clara (que se masturba viendo la novela, aunque su abuela y su sobrina estén al lado, y aunque la primera le unte los dedos de guindilla para evitar esa conducta tan poco discreta y aún menos cristiana) le entran los picorsitos que tanto tiempo lleva conteniendo, y a María los naturales de su adolescencia. Wendy Chinchilla compone en Clara un personaje magnético como pocos, una especie de Carrie costarricense (llega un momento en la fiesta de quinceañera de su sobrina en que la referencia es inevitable). Me gusta mucho el toque sutil, sin estridencias, de fantástico, puro realismo mágico, que se susurra en varios momentos del film (Clara lleva un fruto verde, de forma casual, y manteniendo el plano, la cámara se mueve, ella sigue andando, y al rato desciende nuevamente y este ha cambiado de color; la muerte y resurrección del entrañable escarabajo Ofir; el momento del terremoto…) y el tratamiento de la relación de Clara con la naturaleza y los animales, o ese momento en que la cámara adopta el punto de vista de la protagonista, ese en el que por fin parece dueña de su propia vida.
Piccolo corpo (Laura Samani). Sección Oficial
El primer film de Laura Samani se abre con un plano secuencia en la playa, donde una embarazada recibe las bendiciones de las matriarcas del pequeño pueblo italiano donde vive, a comienzos del siglo XX. Cortamos directamente al parto, y bendecida o no, este no termina bien y el bebé nace muerto. Desoyendo a todos, incluido su marido, decide emprender una huida, un largo viaje hacia un santuario donde supuestamente podrán resucitarlo durante unos instantes, el tiempo suficiente para poder darle bendición, evitando a la criatura permanecer por siempre vagando en el limbo. Desde el momento en que la idea es mencionada y vemos que los tiros irán por ese camino visitan mi cabeza el relato La pata de mono de W. W. Jacobs (¿Qué podría salir mal?…), el Re-Animator de Stuart Gordon (… jugando a ser dios…), y a continuación las acciones de la protagonista me llevan a recordar las andanzas de Burke y Hare (… vayamos pues), es inevitable. Sirva todo esto simplemente para indicar que lo que comienza como una historia ásperamente realista nos va llevando casi sin querer a los lindes del fantástico y del terror sin allanarlos estruendosamente pero rodeándose de un aura de fábula tétrica que en cualquier momento puede traspasar la línea. Esta sensación se ve reforzada al llegar al bosque, donde es inevitable acordarse de Caperucita o del propio Sir Gawain (al menos del visto recientemente en las pantallas en el último film de David Lowery), con ese seductor encuentro que aparentemente ofrece bondad pero que, intuimos, sospechamos, no traerá nada bueno. Solo a través de perseverancia, valientes decisiones (esa promesa salomónica) conseguirá llegar a su destino, que cada vez nos recuerda más al del hobbit Frodo en El señor de los anillos y su pesada carga. Samani se apaña para mostrarnos la maldad imperante que rodea por todas partes a la protagonista con secuencias poderosas (el viaje a través de la montaña, el rito de paso con los ladrones) a la vez compartidas con unas imágenes de profunda belleza, como las del lago donde se encuentra con Caronte, y esos planos desde el fondo acuático, también profundo, cerca de ese desenlace tan creepy como acorde con el tono del film.
Actual People (Kit Zauhar). Sección Oficial
La protagonista de Actual People está en esa época confusa en la que se finalizan los estudios y no se tiene claro lo que se va a hacer a continuación, ni en el plano profesional ni el romántico, donde trata de superar una ruptura intentando sacar el clavo con un clavo erróneo tras otro. No es una época tan mala: fiestas, salir de bares y garitos, quedar con unos y con otras, si tan solo se tuviese clara la próxima parada sería todo perfecto. Dentro de veinte años podría mirar con sonrojo la banalidad de sus preocupaciones, esa forma de ahogarse en un vaso de agua, pero quizá también con algo de nostalgia, de lo que en su aquí y su ahora no deja de ser un océano tempestuoso. Kit Zauhar, protagonista y directora, se desnuda aquí, literal y quizá también figuradamente, y solo por esa escena de rabia contenida estallando, merece nuestro respeto, y también por incluir un chiste racista de orientales (que debería pasar el filtro de los guardianes de la moral pues aunque ella sea americana, tiene ascendencia asiática, y está, por tanto, autorizada para ello). Es más, su visceral y emotiva interpretación resulta sincera, creíble, aunque quizá la palabra que mejor la pueda definir sea auténtica (dos buenos momentos que dan fe de esto podrían ser la escena de la discusión con su vecino, cuando este la llama millenial, o en la reunión familiar cercana al final). Su película arranca con una serie de vídeos en vertical (esa aberración en desuso hasta que fue adoptada por los tiktokers), paralelizándose a lo largo de la pantalla, recurso que se utilizará a modo de transición en algunos momentos más, y que nos sitúan en un mundo muy concreto, el citado arriba, universitarios que viven la vida, y en esas coordenadas personales nos moveremos. Respecto a las geográficas, muchos interiores, pero también mucho de ese NY de los márgenes, lejos del centro de Manhattan, el NY que nunca se ve en los blockbusters. Las genéricas viajan del drama a la comedia sin solución de continuidad, y también sin estragos, pues como indicaba al comienzo, que todos los dramas de la vida sean estos. El aderezo musical es de canciones indie en el sentido más puro del término, pero que aportan en el apartado emotivo. Y al final de los créditos, esa advertencia, incluida por imperativo legal, que en este caso bien podría no ser del todo cierta: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.