Un pequeño plan… como salvar el planeta, de Louis Garrel

Un cuento para soñar

Louis Garrel deja a un lado su carácter más romántico y sale de su zona de confort para ponerse en la piel de las nuevas generaciones. En Un pequeño plancomo salvar el planeta, una sencilla y poderosa película, el actor francés —hijo del cineasta Philippe Garrel y la actriz Brigitte Sy—, reconocido por su papel en películas como Soñadores (The Dreamers, Bernardo Bertolucci, 2003), Los amantes habituales (Les Amants réguliers, Philippe Garrel, 2005) o Mujercitas (Little Women, Greta Gerwig, 2019), se aleja de su intimismo habitual y se decanta hacia su faceta más cómica y paternal.

En Les deux amis (íd., 2015) y Un hombre fiel (L’homme fidèle, 2018), sus anteriores films como realizador, Garrel se acercaba a los autores de la Nouvelle Vague con dos curiosas historias de amor a tres bandas que podría haber consensuado perfectamente junto a su padre. En esta última se narraba la historia de amor entre Abel y Marianne, interpretados por el propio Louis Garrel y su esposa en la vida real, Laetitia Casta. Cuatro años después, y a partir de un guion que escribió junto al recientemente desaparecido Jean-Claude Carrière (colaborador de Buñuel), el francés vuelve a presentarnos los mismos personajes, pero, esta vez, con un objetivo bastante distinto: salvar el mundo.

Así pues, Marianne y Abel descubren sorprendidos que su hijo Joseph ha vendido sus pertenencias más valiosas con el propósito de financiar un plan infalible para salvar el planeta. Los padres relativizarán la situación cuando se enteran de que ya hace cuatro meses que las ha vendido y no se habían dado ni cuenta. Y lo harán aún más cuando descubren que niños de todo el mundo se han unido para una misión planificada al detalle. Los menores parecen tenerlo todo bajo control y, si su misión fracasa, evidentemente tienen un plan B: matar aleatoriamente un tanto por ciento de la población adulta. Si no fuera porque, según cuenta el propio Garrel, Carrière tuvo la idea para este guion bastante antes, podría parecer que el filme se inspira directamente en el revuelo causado por la presencia de Greta Thunberg en la Cumbre Climática del año 2019. El contraste entre la responsabilidad social de un grupo de niños de tan solo trece años y la visión acomodada, egoísta, del mundo adulto, acaba transformando lo que parece, a simple vista, un cuento infantil en una llamada de atención sobre la situación climática actual.

Un pequeño plan

A pesar del cambio de registro, el cineasta mantiene su narrativa directa y concisa: Un pequeño planes una sintética y divertida fábula fantástica, con ciertos rasgos del cine de aventuras, que dura unos escuetos sesenta y siete minutos. El filme se centra en el universo infantil, no únicamente por el hecho de que los niños serán los que más sufrirán la devastación del planeta, sino por su capacidad de soñar con aquello que parece imposible. Desde esa perspectiva, el director también encuentra hueco para reflexionar sobre la edad adulta; sobre el modo cómo, con el paso del tiempo, la imaginación, las ganas de cambiar el mundo y la ilusión de enamorarse se van perdiendo. Por eso, Abel parece celoso de la determinación que tiene su hijo y, al igual que en Un hombre fiel, es Marianne quien finalmente toma las riendas de la situación frente a su indeciso marido. De este modo, Garrel mantiene la coherencia con su anterior película y sigue desarrollando la psicología de sus personajes.

Nos encontramos, pues, ante una película repleta de ideas interesantes y revolucionarias que se van desvelando, poco a poco, a lo largo de un discurso que a veces puede resultar algo superficial. Sin embargo, el tono onírico que impregna todo el relato lo convierte en una ligera y divertida fábula que permite reflexionar sobre el absurdo papel que están jugando los adultos frente a la emergencia climática que estamos viviendo. Salvar el mundo no es, precisamente, un juego de niños, pero tal vez esa energía infantil sea la que necesitamos para dar, definitivamente, un golpe sobre la mesa. Un pequeño plan… no es ni más ni menos que un mensaje de esperanza a la vez que un grito de alerta a toda una generación. Es una invitación a volver a ser niño y a creer que se puede salvar el mundo.

Este artículo forma parte de la colaboración entre Miradas de Cine y La Casa del Cine, donde María Cubí i Rafart es alumna.