En un giro insólito en su carrera, Jacques Audiard (París, 1952), abandona su cine testosterónico y viril para probar otras sendas. En París, distrito 13, un triángulo (millennial) de amor bizarro, tres treintañeros desconocidos se enamoran, desenamoran y aprenden a vivir. En esta ocasión, el director de Un profeta (Un prophète, 2009) o Dheepan (íd., 2015) se basa en las historias del dibujante Adrian Tomine y en un cierto aire Nouvelle Vague para retratar a unos millennials tan perdidos como el resto de la humanidad.
Un remake de una película estadounidense —De latir, mi corazón se ha parado (De battre mon coeur s’est arrêté, 2015)—, una novela —Los hermanos Sister (Les Frères Sisters, 2018)— y ahora una novela gráfica. ¿Qué diferencias existen en el proceso de adaptación?
Para mí, no hay ninguna diferencia. Lo que me pregunto al acercarme a un proyecto es qué me interesa, y son siempre los personajes (y en algún caso las situaciones). En el caso de Tomine, me fijé en Émilie (Lucie Zhang), la joven asiática, y en Nora (Noémie Merlant), la chica de provincias. Para interconectarlas, necesitamos otro personaje, y ese fue el de Camille (Makita Samba), que no aparece e la obra de Tomine y que creamos con esa intención. Eso fue lo más complicado: entender que nos faltaba algo y crearlo.
La preproducción empezó antes de Los hermanos Sisters. ¿Por qué se ha retrasado tanto?
Estuve a punto de dejarlo porque no sabía dar con la tecla. Hasta que me di cuenta que podía salir adelante si cumplía tres condiciones: localizarlo en un espacio concreto de París, diversidad étnica del elenco y el uso del blanco y negro. Este último requisito era necesario para dar al espectador la sensación de que estás rodando en París sin estar en París. Como sabéis, la capital de Francia es una ciudad que ha sido filmada en multitud de ocasiones. Para mí París es una metrópolis moderna, no esa postal romántica o de museo.
Firma el guion junto a dos mujeres de prestigio. La conocidísima Céline Sciamma y la no tan famosa Léa Mysius. ¿Fue una decisión buscada?
Me importa que sean buenas guionistas, no su sexo. Hicimos una primera versión antes de Los hermanos Sisters con Céline Sciamma. Cuando acabé de filmar, Céline no estaba disponible y mi productor me sugirió a Léa Mysius, porque había trabajado con ella en sus proyectos junto a Arnaud Desplechin. Desde ese punto de vista, lo fundamental es que no solo son guionistas, sino que también son directoras de cine. Como últimamente he trabajado en televisión —en Oficina de infiltrados (Le Bureau des Légendes, 2015-)—he conocido a muchos guionistas que se limitan al guion. Céline y Léa no son ese perfil. Saben lo que se puede rodar y lo que no, tienen un compromiso con la puesta en escena. Por supuesto, Léa ha escrito diálogos maravillosos para los personajes femeninos que yo probablemente jamás habría escrito.
¿Había un deseo de retratar el desencanto millennial?
En parte sí. Pero no por generación, sino por edad. Son treintañeros universitarios decepcionados con la sociedad. Han dejado atrás su juventud y el futuro no se presenta muy brillante. Mientras esperan a tomar las grandes decisiones de la vida (hijos, pareja, trabajos, vocación), viven un poco flotando y no saben muy bien a dónde ir. Mientras flotan ejercen la seducción y el amor.
El reparto está magnífico, pero a excepción de Noémie Merlant, el resto son desconocidos. ¿Cómo dio con ellos?
El objetivo del filme era reflejar la diversidad étnica e intelectual de la ciudad, no de la periferia. La directora de casting encontró a Makita en el mundo del teatro. Lucie era estudiante de economía, así que nunca había actuado durante sus 19 años. Y Noémie es una actriz profesional y conocida. Hubo que trabajar mucho para encontrar el tono entre los tres. Imagínate lo difícil que fue hacerles rodar escenas de sexo.
Precisamente iba a preguntarle por eso. Es famoso por sus escenas violentas. ¿Cómo ha filmado las escenas de sexo de París, distrito 13?
Las escenas de sexo o de violencia siempre son delicadas y no me gusta dirigirlas. Mi manera de afrontarlas es dejar a los actores trabajar entre ellos. Cuando hablé con Nóemie de su escena de sexo, me puse colorado. Cuando creen que han alcanzado algo interesante, me lo muestran. Pero mi intervención es mínima. Es más mérito de ellos que mío. Siempre te van a proponer algo mucho más extremo de lo que tú puedas imaginar.
Hablaba con anterioridad de la importancia de la localización. ¿Por qué eligió el Distrito 13 / Les Olympiades?
Yo he vivido mucho tiempo en ese barrio, así que lo he visto cambiar de forma radical: étnicamente, culturalmente… Todo ha cambiado desde que instalaron cerca el campus de la Universidad Sorbonne-Diderot.
En el Festival de Cannes, donde compitió por la Palma de Oro, se dijo que, con este filme, ha salido usted de su zona de confort…
Es extraño, porque tengo la sensación contraria. Ha sido un filme muy agradable de hacer y he estado muy a gusto. Cuando te levantas por la mañana para rodar una comedia, no tienes el mismo estado de ánimo que cuando vas a rodar un drama o una película violenta. También es cierto que rodamos durante el segundo confinamiento. Nunca he visto a gente tan feliz de salir de sus casas para acudir al trabajo.