Charlotte Le Bon, actriz canadiense conocida por La espuma de los días (Michel Gondry, 2013) o la más reciente Fresh (Mimi Cave, 2022), se estrena en el largometraje con una adaptación libre de la novela gráfica Una hermana (Bastien Vivès, 2017). Un magnífico debut que explora el despertar sexual de Bastien, un joven parisino de casi catorce años, en un coming of age naturalista con ecos de folk horror.
La historia transcurre durante el verano, cuando Bastien y su familia van a pasar las vacaciones a la cabaña de unos amigos cerca del lago Falcon, en Quebec. Allí se encuentra a Chloé, hija de los dueños de la casa, una joven de 16 años en plena ebullición adolescente que servirá a Bastien para dejar atrás su niñez en un vertiginoso ritual de las primeras veces. Con ella compartirá su primera borrachera, en un preámbulo de lo que será una de las escenas más tiernas del film: tras ayudarlo a vomitar todo el vino que le ha instado a beber, recitando mezclas gastronómicas para nada apetecibles, Chloé se meterá en la bañera con él para lavarle el pelo. Después le dará la espalda y se enjabonará el suyo, dejando al joven en una posición que prácticamente le obligará a contemplar, una vez más, su cabello largo y oscuro, símbolo del deseo que a Bastien se le despierta en el estómago, también por primera vez. Su enamoramiento nace de la observación, pues en varias ocasiones el protagonista se queda ensimismado tras la chica que le gusta, porque casi siempre la mira de espaldas. La relación que surge entre ellos resulta imprecisa: en ocasiones ella parece su hermana mayor, otras veces lo conduce al límite de la intimidad compartida, pero algo resulta reiterativo en su modo de interactuar, y es que a menudo se saludan dándose sustos, colaborando en el trasfondo terrorífico de la cinta, que nace de una historia inventada por la joven sobre el fantasma de un chico que habita el lago. Es interesante el tira y afloja que ambos utilizan, de manera casi inconsciente, para llamar la atención del otro, resultando en un curioso idilio veraniego que huye de las miradas adultas y crea un universo propio únicamente habitado por ellos.
Le Bon se vale del formato 1:37 para adentrarnos formalmente en el mundo del protagonista, que si bien es una historia colectiva (todas nos hemos enamorado por primera vez), se muestra desde una perspectiva particular. Se hace hincapié en lo terrible y oscuro de convertirse en adulto, en las dudas e inseguridades propias de la juventud y en la profunda soledad que suele inundar dicha etapa de la vida. En este sentido se acerca a la forma en que David Robert Mitchell representaba en It Follows la alienación adolescente en los suburbios de Detroit, cinta en la que la ausencia de los mayores es todavía más evidente. Otra clara referencia, no únicamente temática sino también cinematográfica, es Call Me by Your Name (Luca Guadagnino, 2017): la trascendencia de la naturaleza, que abraza constantemente a los personajes, la caducidad de su romance y el carácter inocente y lánguido del protagonista son algunos de los vínculos entre ambas películas. El uso de una música instrumental, sutil pero incisiva, es seguramente el rasgo más espeluznante de la propuesta, que sirve para alimentar la historia de fantasmas que da inicio al relato, y que de manera circular, también lo cierra. Ritmos repetitivos que evocan un ambiente hostil y en cierta manera peligroso, compuestos por la sueca Shida Shahabi, funcionan como alegoría sonora del miedo, pero también de la intriga y la curiosidad que despierta dejar la infancia atrás para enfrentarse al desconocido mundo que los acecha: la edad adulta.
Falcon Lake es una ópera prima que, igual que el reflejo del sol en las aguas tenebrosas del lago, brilla con luz propia. Estéticamente delicioso y formalmente muy acertado, este cuento sobrenatural nos habla, paradójicamente, de las emociones más humanas, enmarcando el relato en un misterioso halo de realismo mágico construido al detalle.
Los que perdieron la oportunidad de verla en su estreno nacional dentro del Americana Film Fest están de suerte: llegará a salas el próximo septiembre gracias a Flamingo Films. Y si sois de los que no pueden esperar a verla en las condiciones más óptimas (en pantalla grande, por supuesto), actualmente se encuentra disponible en Filmin, dentro de la programación online del Atlántida Film Fest.