La empresa cinematográfica NEON, fundada en 2017 por Tom Quinn y Tim League, ha sido la encargada de distribuir en EE.UU. algunas de las cintas de terror más comentadas de los últimos años. The Bad Batch (Ana Lily Amirpour, 2017), Revenge (Coralie Fargeat, 2018) o She Dies Tomorrow (Amy Seimetz, 2020), son algunos ejemplos del creciente auge en el horror femenino, cuyas protagonistas analizábamos en “La monstruosidad femenina”. También Possessor (Brandon Cronenberg, 2020), Border (Ali Abbasi, 2018) o la ganadora de cuatro premios Oscar Parásitos (Bong Joon-ho 2019), son casos de atractivos filmes que se alejan de lo estrictamente comercial. El cineasta hindú Bishal Dutta, cuya película pudimos ver en la última edición del Festival de Sitges, es uno de los últimos directores en contar con el apoyo de NEON en la producción y distribución de Vive dentro (It Lives Inside, 2023), su debut en el largometraje.
Adentrarse en otras culturas para indagar en el pánico ajeno es un viaje trepidante. La mayoría de amantes del género hemos crecido con las películas de Craven (Scream, Pesadilla en Elm Street), Carpenter (Halloween) o Hooper (La matanza de Texas), autores que crearon un universo anglocéntrico basado en unas estrictas normas donde el monstruo tenía nombre y apellidos y en el que ser adolescente era lo peor que podía ocurrirte. Con la irrupción del J-Horror a inicios del nuevo milenio, encabezado por la representativa Ringu (Hideo Nakata, 1998), descubríamos una nueva manera de entender el miedo, centrada en el terror psicológico, la aparición de fantasmas y el uso de elementos propios del folclore nipón. Desde entonces nos han ido llegando por vías comerciales películas de género de todos los rincones del planeta, entre las que podríamos destacar, de los últimos años, la tailandesa The Medium (Banjong Pisanthanakun, 2021) o la taiwanesa Maleficio (Kevin Ko, 2022).
Pese a tratarse de una producción norteamericana, el joven director de Vive dentro ha querido abrir una brecha en la que se cuelan motivos mitológicos de la cultura de su país de origen, India, recuperando una historia de fantasmas que le contó su abuelo siendo niño. Dutta utiliza un universo espectral, oscuro y puramente terrorífico para hablarnos sobre la urgencia de encajar en una etapa tan vulnerable como la adolescencia. Samidha, una joven de descendencia india, siente un fuerte rechazo por sus raíces: se niega a ayudar a su madre en la preparación de una de las festividades más relevantes para su comunidad y prefiere relacionarse con gente blanca, dejando de lado a su mejor amiga de la infancia, Tamira, quien, a juzgar por su apariencia, fuertemente marcada por una aterradora mirada, parece estar pasando por un mal momento. Cuando esta acude a Sam para pedirle ayuda, la protagonista se verá inmersa en una siniestra odisea en la que necesitará la ayuda de su progenitora, con quien se irá reconciliando a lo largo del metraje, ahondando en la idea de que la unión hace la fuerza, pues enfrentarse a lo maligno en solitario resulta una idea tan atroz como imposible. En la caza del monstruo, cuya esencia debe introducirse en un recipiente cualquiera para luego alimentarlo a base de carne, entrarán en juego dos personajes más: el compañero de clase de Sam y Tamira, cuya implicación en la historia no es más que anecdótica, y la profesora, también de origen extranjero, que intentará comprender y acompañar a la joven en su espeluznante aventura. Tanto por la figura de la maestra como por la aparición del ente en uno de los sueños de Sam, estrategia recurrente durante toda la cinta, Vive dentro recuerda a la reciente No tengas miedo (Cobweb, Samuel Bodin, 2023). En el film de Bodin, Miss Devine se preocupaba por el bienestar de su alumno Peter, llegando a invadir el espacio privado de su familia y confrontando a unos padres que parecían no reaccionar ante las evidentes llamadas de auxilio de su hijo. El monstruo que habitaba tras las paredes de la habitación de Peter, calcado a la ortopédica Sadako de Nakata, parece idéntico al que, en una de las escenas de la película de Dutta, persigue a Sam a ritmo de contorsión espasmódica bajo una larga melena negra. Aunque aquí, el verdadero ser maligno guarda el nombre de Pishach, demonio carnívoro de origen hindú que acabará acercando a Sam a sus orígenes, resolviendo la crisis de identidad planteada al inicio. La joven deberá hacer las paces con su entorno y sacrificarse por el bien de su comunidad.
Vive dentro utiliza de manera inteligente el género para hablar, una vez más, sobre las vicisitudes de la juventud. Películas como Carrie (Brian de Palma, 1976), Jennifer’s Body (Karyn Kusama, 2009) o It Follows (David Robert Mitchell, 2014) han representado los terrores de la adolescencia erigiéndose como símbolos de las generaciones que retratan. En este caso, tengo mis dudas sobre si la ópera prima de Bishal Dutta sobrevivirá al paso del tiempo, pero lo que sí apunta este debut es un gran amor por el cine de género y una fehaciente voluntad por escenificar aquello personal e íntimo a través de los útiles y polivalentes engranajes del terror.