Estudio Werner Herzog
En este estudio Werner Herzog reunimos artículos en torno al director alemán y su cine.
Cavila uno sobre lo real y lo ficticio en la obra de Werner Herzog, y se sorprende haciéndolo por añadidura acerca de nuestra existencia y nuestra labor como críticos. Y tal digresión parece natural si se tiene en cuenta que la filmografía del cineasta alemán excede con mucho la condición de corpus artístico, especulativo, desligado de la voluntad del autor una vez se proyecta así como de nuestra responsabilidad como actuantes de ese visionado. Sus películas constituyen más bien capítulos de una narración en marcha, la vida del propio Herzog, de acuerdo con aquella sentencia de Pérez Galdos que nos recordaba que «doquiera que el hombre vaya lleva consigo su novela» Como la llevamos nosotros mismos a cuestas con nuestras fabulaciones, más o menos verosímiles, sobre cine, que van retratándonos ante todo a nosotros mismos.
Es posible, en cualquier caso, que el lector se sienta sorprendido al ver equiparada la filmografía de Herzog con un género literario, y más aún cuando ha parecido dedicar parte no despreciable de su carrera a una expresión artística tan opuesta a la novelística como la documental. Respecto de la segunda posible reclamación, zanjémosla: Herzog nunca ha sido documentalista. Por mucho que se pretenda estirar, como está hoy de moda, la definición de tal categoría creativa. Podríamos defender esta idea con cien argumentos diferentes —que implicarían dedicar líneas de texto de que no disponemos al sentido profundo de la apropiación y la recontextualización de imágenes, a lo que suponen verdaderamente los «desvíos de lo real» y la subjetividad, a la falacia implícita en el concepto de hibridación, etc—, pero ciñámonos a algo tan incontrovertible como las palabras del cineasta: «En beneficio del filme puedo abandonar la verdad documental por otros niveles de verdad más profundos que la verdad ordinaria, la del cinéma-vérité por ejemplo, que detesto. Odio el documental […] los niveles de verdad son infinitos, y el del llamado cine-verdad es el más superficial, el más primario. Hay dimensiones que van más allá e implican una búsqueda de verdad»